Flow my Tears (fluyan mis lágrimas) es una pieza musical para laúd compuesta por John Dowland en 1596 y muy probablemente se trate de la canción inglesa más conocida de principios del siglo XVII. Aborda el tema del exilio interior que experimenta el enamorado que no consigue acercarse a la persona que desea pero constituye una expresión certera del dolor y el exílio que por desgracia han herido a la humanidad una y otra vez. Los de Dowland fueron unos años convulsos para la Corte inglesa ya que la conversión religiosa impuesta a toda Inglaterra generó un ambiente político y religioso totalmente único. Muchas de las decisiones tomadas en la corte estaban relacionadas con esta reforma y no se podían admitir en el país a traidores a los designios del Reino de Inglaterra.
John Dowland tuvo la desgracia de convertirse al catolicismo durante su estancia en París estando al servicio de un diplomático inglés. A través de éste, se vio envuelto en una trama de conjura política contra la reina Isabel I de Inglaterra y ello hizo que nuestro músico no pudiese regresar a su país por estar considerado como un traidor a su patria. Vivió en el exilio con la máxima aspiración de que se le reconociera su valía y prestigio en su país natal, desgraciadamente todas sus iniciativas para conseguirlo se vieron frustradas. Este error influyó en su vida y como no, también en su música. El tema de la melancolía y la dolencia imperaba dentro de todo este período isabelino en las expresiones artísticas del momento. Igualmente esta temática estará más que presente en la mayoría de la obra de Dowland, no en vano dio a una de sus pavanas el título de “Semper Dowland, Semper Dolens” (Siempre Dowland, siempre doliente).
La muerte en marzo de 1603 de la reina Isabel I provoca una situación de desamparo en Dowland y ve que a las lágrimas que derramó el compositor por las esperanzas perdidas hay que añadir otras lágrimas que anuncian nuevas ilusiones. El compositor crea una de las obras más importantes e influyentes de su época: la colección de siete pavanas conocidas con el título genérico de “Lachrimae, or Seaven Teares” escritas para conjunto instrumental. Estos llantos debían llegar al corazón de la persona a quien estaba dedicada la obra: la princesa Ana, la hermana de su real patrón y esposa de Jacobo I de Inglaterra. En la dedicatoria del libro, Dowland escribió las siguiente palabras: “Aunque el título prometa lágrimas, esas invitadas indeseables en estos tiempos de alegría, no hay duda de que las lágrimas que se vierten por la música son agradables. Las lágrimas no nacen siempre de la pena, a veces también nacen de la alegría y la felicidad”.
Curiosamente esta obra sobre el exilio coincide en el tiempo con el exilio impuesto por la Corona Española a los últimos moriscos extremeños, los de nuestra localidad natal de Hornachos, que fueron encadenados y conducidos al tribunal de la Inquisición de Llerena y desde allí al norte de África donde fundarían la ciudad de Rabat. Este otro exílio, más físico y tangible, es el que ha inspirado las imágenes que ilustran nuestro vídeo.
El dolor que produce el amor es uno de los temas recurrentes en la poesía y la música amorosa, como ejemplo bien conocido “Plaisir d’amour” (placer de amor) es una canción de amor escrita en 1784 por Jean Paul Égide Martini con texto una poesía de Jean-Pierre Claris de Florian: “El placer de amor sólo dura un instante la pena de amor dura toda la vida”, o como recoge nuestra Jota cuadrada… “mi suegra, porque la quiera, me ha regalado un rosario, teniendo yo con su hijo, corona, cruz y calvario”.