Hoy versionamos todo un clásico de la banda sonora de nuestra infancia, un tiempo ya pasado en el que en nuestros pueblos extremeños se jugaba en la calle, la era anterior a los móviles, ordenadores y videoconsolas. Aquellas canciones infantiles que acompañaban los juegos de los niños de todo el mundo han quedado grabadas en la memoria para siempre. Tanto en los colegios como en las familias, se transmitían de generación en generación, formando parte de nuestra tradición cultural y constituyendo una forma de comunicarnos entre mayores y pequeños.
Se trata de “El señor Don Gato” es uno de los últimos romances que se seguían tansmitiendo en la más pura tradición oral. Esta canción es un buen ejemplo de las cualidades nemotécnicas de la música, es decir, del potencial de la música para ayudarnos a recordar o memorizar diferentes cosas . Se trata de una canción larga, que cuenta la historia del señor Don Gato, desde que se enamora de una gatita blanca hasta que, después de precipitarse al suelo desde su tejado, resucita “al olor de las sardinas” . Es una canción con mucho vocabulario, muy entretenida y con una musiquilla pegadiza que gusta mucho a los niños y les ayuda a retener toda la letra . Además, la canción juega con la repetición del último verso de cada estrofa, lo cual también ayuda al desarrollo de la memoria de los niños.
Aunque se trata de una canción infantil tradicional bien conocida, muchos de los asistentes a nuestros recitales recuerdan perfectamente el texto y el baile que le acompañaba, probablemente su origen se remonta a un romance sefardí, del tiempo en que los judíos españoles expulsados de la Península, se instalaron en el norte de África, aunque los historiadores señalan que muchos de aquellos sefarditas se trasladaron a Marruecos incluso antes del edicto de expulsión de los Reyes Católicos. Allí pudieron reproducir casi completamente su estructura comunitaria, sobre todo la parte concerniente a la educación y los servicios sociales, y afianzar la comunicación entre ellos con esa lengua propia, el haquetía, cuya base principal es el español arcaico mechado con algunos vocablos hebreos y árabes.
Tetuán se conserva una versión propia:
Estaba el señor Don Gato, sentadito en su tejado,
con la mano en la cintura y la otra en el costado.
Es evidente que la diáspora sefardí en Marruecos conservó un amplio repertorio de canciones judeo-españolas entre romances y coplas que las mujeres de la casa cantaban, ya sea para divertir a los niños y entretenerlos o en ocasión de algún acontecimiento familiar importante. Las más sabrosas se entonaban en los festejos de bodas y en los nacimientos, cuando se realiza la circuncisión al varón o se le da nombre a la niña en «las fadas». También se encuentran las que celebran los «Tefilim», cuando el chico cumple 13 años. Otras estaban dedicadas a consagrar el final del ciclo de vida. Mientras los hombres protagonizaban la escena litúrgica en las sinagogas, las mujeres lo hacían en el hogar, en las ceremonias privadas, en el trato diario con los miembros pequeños o mayores de la familia, a quienes cuidaban, y son las que han preservado a través del tiempo, y de los tiempos, y de los distintos lugares donde emigraron, este singular patrimonio cultural judeo-español.
El romance burlesco del señor Don Gato y su matrimonio tambien llegó a Amércica, en la población mejicana de Teziutlán comienza así;
Estaba el señor don Gato sentado en su silla de palo…
Nuestra versión musical se acerca más a Brasil y su Bossa nova (una de las grandes referencias de Buzalén), deseamos que os guste y que todo este legado no caiga en el olvido.