En nuestros conciertos, además de temas propios, nos gusta presentar piezas para guitarra que nos acerquen a la grandeza y sonoridad de este instrumento que tanto amamos. Tal es el caso de esta “Allemande” (danza alemana) de J.S.Bach perteneciente a una composición muy popular en la música barroca denominada “suite”.
Una suite (del francés: suite) es una composición musical compuesta por varios movimientos breves cuyo origen son distintos tipos de danza barroca. La suite está considerada como una de las primeras manifestaciones orquestales de tipo moderno. Para que se mantuviera la unidad interna, todos los pasajes de una suite se componían en la misma tonalidad, o en su relativo menor. Otras veces se presentaba un tema musical en diferentes danzas. Por ello se ha considerado este género un antecedente de la forma sonata que se origina en el siglo XVII.
Las danzas tenían una forma binaria simple, es decir, dos secciones más o menos iguales. Una suite constaba de unos diez movimientos. Solía comenzar con un preludio. La primera danza podía ser una alemanda, de ritmo rápido; luego una corrente y una zarabanda; una bourrée, de tiempo moderado, y así sucesivamente, para finalizar con una danza viva, como la giga. Al finalizar el barroco, la suite fue una forma musical sofisticada que mezclaba distintas tonalidades, contrastaba materiales temáticos presentándolos al inicio de la pieza y reexponiéndolos en su final. Anuncia, en definitiva, el origen de la sonata, que reemplazará a la suite como género instrumental en la segunda mitad del siglo XVIII. En resumen, la suite es la unión en una sola obra de varias danzas de distinto carácter y ritmo, con el que consigue dar el sentido dramático de «contraposición», típico del Barroco.
Johann Sebastian Bach conocía la música francesa de su época, incluida la de François Couperin. Tuvo acceso a ella por primera vez al escuchar a la orquesta de la corte francófila de Celle durante sus años escolares de Lüneburgo (1700—1702).
El término alemanda proviene del francés allemande, y se utiliza para denominar esta danza alemana barroca. Todo el conjunto de testimonios y las piezas musicales que han llegado hasta nosotros no ofrecen pruebas de ningún acento de alegría vivaz, por el contrario, la belleza de la alemanda reside en su gracia más bien lenta y fluente, sobre todo de los brazos, y en la principal de sus características, o sea, que las parejas permanecen unidas de las manos a lo largo de todas las “vueltas y evoluciones de la danza”. Praetorius (en Syntagma musicum, 1619) escribe: “Allemande designa una breve canción o danza germana, porque Alemagna significa “Alemania”, y Alemand, un “alemán”. Pero esta danza no es tan ágil y diestra como la gallarda, sino por el contrario algo melancólica y más lenta.” Al abandonar su primitiva herencia de pesadez germana, adquirió características más atrayentes de sentimiento y ternura.