“He escuchado que existe un acorde secreto que toca David y complace al Señor”… así comienza este Hallelujah de Leonard Cohen que se hizo presente para las nuevas generaciones en la banda sonora de la película Shrek. El texto es un poema basado en historias bíblicas, que el propio Cohen conocía muy bien desde la infancia, y en él rescata al primer gran músico de la historia, el rey David. “La viste bañándose en el tejado, su belleza bajo la luz de la luna te superó” es una clara referencia al momento en que, en lugar de ir a la guerra, el rey se quedó en su palacio en Jerusalén y desde el balcón de su habitación vio en un edificio vecino a una hermosa mujer bañándose a la luz de la luna. Se enamoró de Betsabé para siempre y quiso conocerla. En el devenir de esta historia de amor aparece también una referencia a la de Sansón y Dalila, “te cortó el pelo” y perdiste toda tu fuerza. La canción expresa la fe y las inseguridades que el amor aporta al ser humano, en el que coexisten al mismo tiempo la grandeza y la contradicción, como ocurre con la propia historia de David.
Según la tradición el rey David se destacó por ser tanto músico como poeta. Más de la mitad de los salmos se le atribuyen a él. De joven tocaba el arpa tan bien que su fama llegó a oídos del rey Saúl, y éste le dio el encargo de tocar en su casa. Cuando Saúl se sentía muy angustiado, David interpretaba con su arpa hermosas melodías que calmaban el corazón del rey, convirtiendo a David en el precursor de la música terapéutica. Los malos pensamientos que asaltaban a Saúl desaparecían junto con sus angustias. Sus canciones incluyen tanto salmos contemplativos como pastorales y abarcan desde expresiones de alabanza hasta relatos históricos, desde el regocijo de la época de la vendimia hasta el esplendor de la inauguración del palacio. Leonard Cohen en esta canción nos muestra como David tenía una vida feliz hasta que Betsabé le mostró que existía otro mundo en el que el amor era aún más grande. Un descubrimiento que también trae dolor, pero a pesar de las lágrimas, de la inseguridad y hasta de la dependencia, sigue cantando aleluya porque, para él, es preferible arriesgarse a vivir en este mundo complicado que existir en un paraíso cerrado y sin ilusión por muy perfecto que sea.
Curiosa y entrañable es también la relación de Leonard Cohen con los españoles. Leyendo la biografía de Simmons se tiene la impresión de que lo más importante que le pasó al joven Leonard provino de España ya que se inició en la música por un guitarrista español que tocaba flamenco en un parque cercano a su casa. Allí lo conoció y allí lo contrató para que le diera unas clases particulares que le ayudaran a arrancar música de unas cuerdas que se le resistían. Las lecciones sólo duraron unos días, el tiempo necesario para aprender seis acordes que, según el cantautor, “han sido la base de todas mis canciones, de toda mi obra”. Un día, aquel joven no se presentó a su cita. Cohen llamó a su pensión para saber qué había pasado: el guitarrista flamenco se había suicidado. Nunca supo quién era, de dónde procedía o qué le había pasado para tomar esa decisión fatídica.
Hay otro español al que Cohen, premio Príncipe de Asturias de las Letras, admira y debe gratitud eterna. Esta vez es un nombre bien conocido: Federico García Lorca: “Tenía 15 años y vagaba por las librerías de Montreal cuando tropecé con uno de sus libros; lo abrí y mis ojos vieron estas palabras: ‘Por el arco de Elvira / voy a verte pasar / para sentir tus muslos / y ponerme a llorar’. Pensé: esto es lo que quiero para mí… Volví a leer Verde que te quiero verde. Sabía que había encontrado mi hogar. Así que hoy, con inmensa gratitud, puedo saldar mi deuda con Federico García, al menos una esquina, un fragmento, una migaja, un electrón de mi deuda, dedicándole esta canción”. ” Lorca fue el primer poeta que me invitó a vivir en su mundo”, ha asegurado este artista calificado por muchos como el “poeta de la soledad“.