¡A rey muerto, rey puesto! Nadie es imprescindible en ningún trabajo o posición.
El todopoderoso Hugo Chávez ha muerto. Esto es ley natural y a todos antes o después nos llega. El que no tenga claro esta máxima ya puede empezar a convencerse.
Da igual el poder que tengas, tus riquezas o pobrezas, los médicos que te traten y las clínicas exclusivas que visites. A todos nos llegar el día en que hemos de morir.
Cuando esto sucede, nuestros seres queridos, lloran nuestra ausencia y la falta supone pasar un duelo. Esto se manifiesta en mayor o menor medida, no por el cariño que se sienta por el finado sino por la forma de interpretar de cada persona.
Para unos, la intimidad y los más cercanos es lo necesario para sentirse reconfortados en esos duros momentos. Para otros, la falta de ese ser que acaba de fallecer, se muestra bajo fórmulas de ofrendas, canciones, respeto e incluso humor. Hay veces que se escenifican pasajes de su vida, historias agradables vividas por el yacente y todo esto hace que se interiorice su recuerdo en los dolientes.
A través de películas hemos visto como se conduce un velatorio en EE.UU. y creo que difiere bastante de nuestros rituales. Ahora tenemos un sitio donde unir a los que se acercan por última vez. Son los tanatorios. Antes se velaba en las casas y el ir y venir solía ser incesante.
En poblaciones pequeñas, cuando se produce un exitus, todo el mundo arropa a la familia y desde el primer momento se acompañan los restos, incluso hasta el cementerio.
En estos días todos los medios se hacen eco del proceso que lleva Venezuela con la falta de su presidente fallecido. Desde el momento en que se anunció su fallecimiento, el desconsuelo ha inundado el país y más con el sentimiento de mayor dolor mostrado por su designado sucesor Nicolás Maduro.
No quiero generalizar, pero en muchos de los países sudamericanos y sobre todo con habla hispana, las muestras de aflicción son vehementemente efusivas, al menos para mi entender. No doy crédito a que cuanta mayor externalización gesticular, sea sinónimo de mayor congoja, de mayor pena, de más grande calvario o mayor tormento.
A mi particularmente me desborda, esta si me permiten, teatralización a mayores de pesar absoluto. Venezuela llora como dice su periódico El Heraldo en portada.
Aunque hablamos el mismo idioma, entonamos distintos vocablos y algunos de ellos y la conformación de sus frases, como poco, llaman mi atención para intentar adecuar su significado a nuestra interpretación. Un ejemplo sólo para explicar lo que intento decir:
“Juro a nombre de la lealtad más absoluta al comandante Hugo Chávez que cumpliremos y haremos cumplir esta Constitución bolivariana con la mano dura de un pueblo dispuesto a ser libre” Escuchen el tono si les apetece y observen la escena: Enlace
Para mí, este mensaje, cuando menos, me pone en atención. Eso de ‘juro a nombre’ o ‘haremos cumplir esta Constitución con la mano dura’, marcan alerta.
Pero es lo que designó el Sr. Chávez. El objeto al que nuestro Rey dirigió las famosas palabras de ¿Por qué no te callas?
Este ‘Presidente encargado’, ha jurado llegando a lo más alto en la cúpula del Estado desde que inició su andadura como antiguo conductor de autobús. Todo un ejemplo para los conductores de autobús.
Yo me pregunto si Maduro, está a punto, está maduro, para llevar adelante esta carga. Este hombre sollozaba al sentir el peso de la banda presidencial. Por cierto y con todos los respetos, ¿se pueden poner más estrellas y medallas y colores en una banda?
Cilia Flores, su esposa, tendrá un papel protagonista en todo lo que suceda a partir de ahora.
La muerte no es más que un sueño y un olvido. (Mahatma Gandhi)