Aunque aún resuenan algunos retazos de la Navidad, ya dejamos atrás este precioso tiempo que nos ha regalado la vida. Sin embargo por todo lo vivido cuanto me gustaría quedarme en Belén, en presencia del Niño Dios que se ha manifestado a toda la creación, a todos nosotros con tanta sencillez y dulzura.
¡Qué bien se está a tu lado Jesús! Cualquiera de aquellos que nos hemos encontrado contigo podría decir lo mismo que yo como ya lo dijeron tus discípulos en varias ocasiones cuando te tuvieron cerca ¡He estado tan gustito en Belén!, pero ahora toca volver como lo hicieron aquellos magos de oriente que siguiendo a aquella estrella vinieron a postrarse ante ti y luego volvieron a sus tierras por otro camino.
Ahora también a mi me toca volver a mi tierra, a mis cosas por otro camino porque tras conocer tu buena nueva ya no puedo volver por el mismo, ya nada puede ser igual.
La luz de la Navidad, no puede agotarse, tiene que expandirse a lo largo de todo este año y yo quiero ser portadora de ella, pues me considero tan afortunada por haber tenido esta experiencia de encuentro contigo y de ser partícipe de este misterio tan grande que encierra la Navidad que irradiar esa luz es la misión más importante no solo de este año, sino de toda mi vida. En esa tarea se que cuando mire al horizonte igual que aquellos magos vieron la estrella que les guio hacia ti, yo también podré verla y sentir que tu luz puede más que la tiniebla que pueda venir.
Volver a Belén, siempre será necesario para recargar pilas, pero volver de Belén resultará todo un reto a acometer. ¡Feliz vuelta de Belén para todos!