La semana pasada tuve la oportunidad de participar en una jornada de salud mental organizada por el Servicio Extremeño de Salud (SES). Junto con ella la realización de un curso sobre voluntariado en salud mental me han invitado a reflexionar en estos días sobre el alcance de la importancia en tener una buena salud mental, ya que nadie está exento de desarrollar una patología mental en el transcurso de su vida. Es cierto que contamos todos con una base genética y hereditaria, pero la parte vincular – relacional y emocional tiene un peso considerable en su desarrollo.
Cuando algo no va bien dentro de nosotros puede que termine derivando en la aparición de síntomas bien sean de carácter más físico que psíquicos y si estos revisten de mayor gravedad, una patología mental. Se habla así del síntoma o de los síntomas que la ocasionan pero no de lo que realmente hay que hablar. El síntoma se convierte en el lenguaje que “nos autoriza” para hablar a través de él de lo que nos pasa, pero lo que nos pasa tiene que ver más con el interior de la persona. Pues a veces el “alma calla “y no encuentra las palabras precisas que ponen nombre a lo que siente el corazón.
Es por eso que llegar antes de que las personas puedan verse implicadas en un proceso clínico y terapéutico es todo un reto para ayudarlas a su propio autocuidado, gestionar mejor sus propios recursos, su bagaje emocional y favorecer sus relaciones. Ya que a veces una vez que se da un diagnóstico es difícil salirse de las etiquetas médicas que se perpetúan a lo largo de nuestra vida. “Nos las colocan y nos las colocamos” como si fueran la parte fundamental de nuestra identidad.
Es esencial como vimos en la jornada volcarnos en saber y conocer que pasa en el interior de las personas porque solo desde ahí les ayudaremos a saberse colocar mejor en la vida. Esta es la principal inversión que hay que hacer.
La enfermedad mental en cierto sentido te lleva a rebelarte, a escapar, a no aceptar la realidad que se nos da. Pero la realidad es la que es, no puedo construir otra pero ayudar y acompañar para significarla de otra manera merece la pena y es el verdadero reto de hacer una buena prevención en salud mental.