“El camino que lleva a Belén…” así dice uno de nuestros villancicos más populares: “El tamborilero”. Como esta figurita que se pone en camino hacia el portal de Belén así otras tantas, se han puesto en camino para ir al encuentro de Aquel que en la ternura de un Niño nos ofrece su infinito amor.
Y es que adentrarse en la Navidad es ponerse en camino hacia el portal de Belén.
Se le atribuye a San Francisco esa fantástica idea de recrear con imágenes el nacimiento de niño Jesús en Belén. Tras su llegada de su viaje a Tierra Santa días previos a la celebración en el año 1223 en una pequeña población entre Roma y Asís: Greccio pidió la colaboración a un hombre del lugar llamado Juan y le comentó su deseo. Fuentes franciscanas narran que aquella noche se rindió honor a la sencillez, se exaltó la pobreza, se alabó la humildad y Greccio se convirtió en una nueva Belén. A partir de ese momento ha permanecido esta tradición de montar el belén hasta nuestros días.
“El belén habla del amor de Dios, el Dios que se ha hecho niño para decirnos lo cerca que está de todo ser humano, cualquiera que sea su condición”
-Carta apostólica S.S Francisco-
Llegar a Belén y contemplar esa escena es un acontecimiento que no deja a nadie indiferente: Dios se ha hecho hombre y a su lado María y José, su familia. No pudo elegir un lugar mejor.
Si yo pudiera elegir ser una figurita del portal me gustaría ser la Virgen María. ¡Qué bonito poder vivir la experiencia de poder abrazar al Niño Jesús! y a su vez hacerse eco de sus pensamientos que con tanto asombro y belleza puedo narrar Sartre en su obra Barioná el hijo del trueno: “Este Dios es mi niño. Esta carne divina es mi carne. Está hecha de mí. Tiene mis ojos, y la forma de su boca es la de la mía. Se parece a mí. Es Dios y se parece a mí”. Y ninguna mujer, jamás, ha disfrutado así de su Dios, para ella sola. Un Dios muy pequeñito al que se puede estrechar entre los brazos y cubrir de besos. Un Dios calentito que sonríe y respira, un Dios al que se puede tocar”.
Siendo esto así, ante la contemplación del belén se me van los recuerdos hacia la infancia y mi deseo también de hacerme pequeñita y poder poner esa carita de asombro cuando los más pequeños contemplan el Belén. Así el hoy me coloca en ese reto constante de no convertirme en una persona mayor al estilo de lo que decía Antoine Saint Exupery -en boca de su principito-. Sino de ser como el pequeño principito del que tanto se puede aprender para encarnar una de aquellas figuritas que como los pastores o los magos fueron portadores y transmisores de esa buena noticia para todos aquellos que no le conocían.
Por eso esta Navidad te animo a ponerte en camino hacia el portal de Belén e ir al encuentro con ese Amor que es fuente de nuestra esperanza. Con mis mejores deseos: ¡Feliz y Santa Navidad!
“Quien considera que el Santo Niño nació en diciembre se da cuenta de lo que eso significa exactamente; que Cristo no es un sol de verano para los poderosos sino un fuego de invierno para los más necesitados”.
-G.K. Chesterton-