El parto da miedo y en cuanto sabes que estás embarazada comienza a crecer la inquietud. Muchas veces las historias de terror de otras madres no ayudan, pero a mi me dieron un buen consejo ¡No pienses en ello hasta estar de seis meses!
Bien. He hecho caso y no me he obsesionado, pero estoy de 30 semanas y por lo tanto, me toca pensar en ello. Lo bueno es que he comenzado esta semana las clases de preparación al parto y sorprendentemente, me encantan. Para ser sincera pensé que serían un rollo, una repetición de cosas obvias con un tono de ‘qué mágica es la maternidad’. Me molesta mucho darle un toque místico, es bonito pero natural. Sin embargo, nada de lo esperado. Creo que estas clases me encantan.
Lo primero, la matrona que me ha tocado es auténtica, diciendo las cosas de forma directa y se agradece. Además te sientes cómoda para hacer preguntas que dan un poco de vergüenza por si son cosas muy tontas. Sin duda, una vez probado, recomiendo preguntar sin miedo.
Lo mejor, con todo, es la parte práctica. Primero se hacen estiramientos con música relajante. Ha sido como una sesión de balneario. No era consciente de lo que necesitaba tirarme en una colchoneta y no pensar en nada más. Después se practica la respiración que deberás hacer durante el parto y se simula como empujar.
Eso debería ser agobiante, pero como todo en este mundo, resulta que el conocimiento es la clave para perder el miedo. Al hacer las respiraciones, oír hablar de dilatación, contracciones, epidural y empujes, me he sentido bien, incluso con ganas de que llegue y demostrar que puedo. Vivirlo y lo mejor, llevarme a mi niña a casa.
En fin, ahora tengo que hacer ejercicios en casa e intentar organizarme para ir a más clases de preparación al parto porque, desde luego, merece la pena.