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Víctor Gibello

Paraísos Olvidados

Las fuentes siguen cantando en el Revellao (Badajoz)

Aguas manando en el Revellao.
Aguas manando en el Revellao./ Víctor Gibello

VER TODA LA GALERÍA DE FOTOS DE EL REVELLAO (II). / Autor: VÍCTOR GIBELLO

 

Allí, donde el agua mana cristalina, donde las fuentes cantan incluso en el estío más profundo, allí, donde la tierra es oscura, fértil, donde el trigo y la cebada son mecidos con suavidad por el viento, allí, el hombre encontró un hogar donde establecerse desde el neolítico, un hogar que no ha abandonado desde entonces.

Esta, que podría pasar por una descripción del Paraíso, es la imagen que proyecta un rincón del término municipal de Badajoz, próximo a Valverde de Leganés, denominado Revellao. Sí, han leído bien, Badajoz. Lejos de los tópicos y los estereotipos, muchas veces malintencionados y siempre empobrecedores, las tierras badajocenses son generosas y diversas. Sus paisajes están aún por explotar turísticamente, quizás porque hasta sus administradores han sido incapaces de desprenderse del peso de los tópicos dañinos, desde hace años reclaman una adecuada gestión que invite a olvidar las prisas de nuestra sociedad, a decelerar en busca de la autenticidad atesorada por sus campos, por sus monumentos, por sus gentes.

Vista general de El Revellao.
Vista general de El Revellao./ Víctor Gibello

 

Vuelvo a un lugar que ya fue protagonista de un post tiempo atrás. En el mes de mayo de 2013 publiqué en este blog el artículo “El Revellao, la puerta neolítica a un camino para el alma”. Se hace necesario retornar para mostrar los nuevos datos disponibles, datos que ponen de manifiesto su gran potencial arqueológico y abren una puerta para el desarrollo económico de la zona basado en recursos hasta ahora no explorados.

El Revellao es el nombre de una gran finca propiedad de la Fundación Hija de Pepe Reyes, Dolores Bas de Arús, entidad creada para socorrer a los más necesitados de la ciudad de Badajoz, como ya expresé en su día. Sus actuales gestores, conocedores del potencial del predio desde el punto de vista patrimonial, decidieron hace un año ofrecerlo a las Instituciones para su aprovechamiento social y disfrute público. Durante este tiempo la Fundación ha dado los pasos necesarios para implicar a todas y cada una de las administraciones en la puesta en valor del rico Patrimonio del Revellao. La comunicación está establecida y fluye con normalidad, pero las respuestas tardan en llegar; quizás la agilidad y la rapidez no sean cualidades inherentes a la cosa pública en España, pero como sociedad no podemos permitirnos desperdiciar la excepcional propuesta con la demora o el olvido.

Paseando con Pedro Arias por El Revellao.
Paseando con Pedro Arias por El Revellao./ Víctor Gibello

 

Pedro Arias, presidente de la Fundación Dolores Bas de Arús, posee una energía y una vitalidad contagiosas, con la naturalidad propia de un hombre de bien genera vínculos e involucra en los distintos propósitos que le animan a todo aquel que se acerca. Pedro cree plenamente en el potencial del Revellao, su fe le conduce a apostar por el proyecto, a esforzarse cuanto sea necesario para ponerlo en pie, para insuflarle vida. Nos hemos reunido en varios ocasiones para esbozar líneas de actuación posibles que permitan conocer, estudiar, conservar, divulgar y poner en valor los recursos patrimoniales de la finca.

Fruto de esa interacción ha podido efectuarse un análisis intensivo inicial de todo el espacio gracias a la realización de una prospección arqueológica. Los resultados de la misma son más que sorprendentes, pues a los elementos conocidos se unen ahora nuevos bienes poseedores de gran interés hasta alcanzar la cifra de 15 yacimientos. Para aquellos que desconozcan este tipo de trabajos, podría decirse, de forma resumida, que la prospección arqueológica tiene como fin el reconocimiento de la superficie terrestre del espacio objeto de investigación con el fin de identificar cualquier vestigio arqueológico existente en la superficie del terreno que permita determinar la existencia de yacimientos arqueológicos. Se trata de una intervención no invasiva, basada en el reconocimiento de los indicios visibles en superficie.

Con Gabriel Fauré, con la última pieza de su Réquiem en Re menor Op. 48 titulada In Paradisum, regreso al Revellao. Pasamos la vida anhelando el Paraíso perdido, cuando, en realidad, habitamos en él sin darnos cuenta. En algunos lugares volvemos a recuperar, aunque sea por un instante, la percepción de encontrarnos en el Edén, la sensación reconfortante de estar en casa. Eso sucede en el Revellao, donde todo nos devuelve al principio. Puede que la composición de Fauré facilite el traslado, quién sabe.

Puerta de la iglesia de San Ildefonso.
Puerta de la iglesia de San Ildefonso./ Víctor Gibello

 

Junto a la carretera que une Valverde de Leganés con Almendral y Torre de Miguel Sesmero, eco del viejo camino que conectaba Olivenza con Tierra de Barros, se alzan los restos de una curiosa estructura: una puerta de origen medieval que parece aislada y abierta hacia la nada. Esta puerta es la protagonista de este post.

Un simple reconocimiento visual del terreno permite determinar que la puerta forma parte de un conjunto más amplio, de un edificio parcialmente perdido y semioculto por la espesa vegetación que cubre el espacio. Profundizando un poco más, se llega a la conclusión de que estamos ante los restos de una antigua iglesia de la que han perdurado el vano oeste y el ábside, mucho más degradado, de traza semicircular. Los muros que unían ambas estructuras reposan bajo estratos de tierra y derrumbes con una potencia de más de 1,5 metros. Las encinas se han convertido en la cubierta del antiguo templo, han sustituido tejas, bóvedas y, posiblemente, un artesonado de traza mudéjar.

Vegetación cubriendo el espacio.
Vegetación cubriendo el espacio./ Víctor Gibello

 

Cuanto más se investiga, más dudas surgen, nacen más preguntas que responder. ¿El templo se alzó a modo de ermita campera o formó parte de un conjunto más amplio? Se trata de una iglesia en el pleno sentido del término, una iglesia dedicada a San Ildefonso, integrada en una aldea hoy desaparecida denominada Revellao (también Rebellado, Rebellados). Antiguos textos confirman la hipótesis. Poco después de la conquista cristiana de la ciudad de Badajoz se formaron numerosas aldeas en su periferia, pueblos donde asentar a los nuevos colonos y con los que explotar el enorme territorio disponible. En el Sínodo Diocesano de 1255, convocado para fijar los límites de la Diócesis de Badajoz, ya aparecen la aldea de Valverde y sus anejos Revellado, Valdesevilla y Los Arcos.

La población se afianzó en el lugar, prosperó durante más de 150 años, hasta que fue literalmente arrasada durante las guerras con Portugal de finales del siglo XIV e inicios del siglo XV. Después de la batalla de Aljubarrota (1385), que no sólo supuso la derrota del ejército castellano, sino también el fin de las aspiraciones de Juan I de Castilla a la corona portuguesa, la frontera extremeña se convirtió en escenario de contiendas hasta la firma del Tratado de Ayllón (1411). Fueron 26 largos años de pillajes y hostilidades durante los que se destruyeron todos los lugares no dotados de sólidas defensas, especialmente en el entorno de Olivenza, entonces, hay que recordarlo, cabeza de puente portuguesa en la margen izquierda del Guadiana. El Revellao y muchos otros pueblos y aldeas fueron destruidos hasta hacer inviable su recuperación posterior.

Fuente abandonada.
Fuente abandonada./ Víctor Gibello

 

El carácter fronterizo de Extremadura ha supuesto para la región un terrible obstáculo en su desarrollo histórico. Durante siglos ha sido el solar de contiendas que han arrasado una y otra vez sus principales poblaciones, obligándolas a realizar esfuerzos incontables para seguir el ritmo de un reino (el castellano, primero, el español, después) que, en el mejor de los casos, ha mirado para otra parte, insensible al dolor y a la necesidad de sus súbditos. Cada cierto tiempo se habla de la deuda histórica del estado con Extremadura, ese teórico debe secular que la nación tiene con la región por el déficit en inversiones e infraestructuras; sin embargo, los que manejan las cifras, absurdas, y las peticiones, muy insuficientes, poco conocen de nuestra Historia y de la deuda real contraída con esta tierra por siglos de abandono, de desidia, de sufrimiento y humillaciones. Ha llegado el momento de hablar de todas estas cosas, sin complejos, de reclamar aquello que nos pertenece por derecho y no por la limosna “generosa” del centro a la periferia.

Cabecera del templo.
Cabecera del templo./ Víctor Gibello

 

El Revellao fue destruido. En torno a la iglesia se extendía una población de unas 4 hectáreas de extensión. Los materiales arqueológicos visibles en superficie permiten trazar una línea teórica de su perímetro y confirman que no alcanzó el siglo XV. La elección del lugar como asentamiento no fue fruto de la casualidad, se ubicó en un terreno rico en aguas y tierras y perfectamente comunicado, ya que allí se cruzaban los caminos que unían Sevilla con Badajoz a través de Barcarrota y el ya señalado de Olivenza hacia Tierra de Barros y Mérida. La reconstrucción fue imposible, entre otras cosas por la usurpación de tierras del concejo de Badajoz a manos de miembros de la nobleza. El despoblado fue languideciendo, las ruinas fueron fagocitadas por el tiempo y la vegetación hasta hacerlas irreconocibles, se convirtió en parte de una amplia dehesa cuya explotación se mantiene hasta nuestros días.

Materiales romanos en superficie.
Materiales romanos en superficie./ Víctor Gibello

 

Pero la Historia no termina aquí. La aldea se erigió en una zona dotada de unos espléndidos recursos, recursos que no pasaron por alto durante los tiempos de la dominación romana ni en épocas precedentes. La prospección ha documentado la existencia en el subsuelo de una villa romana de enormes dimensiones, los materiales arqueológicos a ella asociados se extienden por una superficie que ronda las 26 hectáreas. Es posible que la aldea reutilizara para de sus construcciones, fenómeno repetido en otros tantos asentamientos. Abundantísimos materiales constructivos se extienden por la parcela a ambos lados de la carretera, algunos muros son aún reconocibles, como también lo son los restos cerámicos (de mesa y almacenaje) y desechos procedentes de la explotación del hierro, hecho que permite confirmar la existencia de hornos y fundiciones de la época. Esta villa va a dar mucho que hablar en el futuro, estoy convencido de ello.

Bohído sobre poblado calcolítico.
Bohído sobre poblado calcolítico./ Víctor Gibello

 

Desplazándonos ligeramente hacia el oeste del núcleo principal de la aldea medieval y de la villa romana, ya fuera de los límites de la Fundación, se han podido localizar los restos de un poblado calcolítico, también con ocupación romana, sobre una suave loma coronada por un bohído. Hacia el norte, en mitad del cultivo cerealícola y junto a una magnífica fuente-abrevadero, hay un dolmen desde hace años conocido como Dolmen del Revellao II. Carece de cubierta y de la monumentalidad del Revellao I, pero su cámara está intacta, esperando que nos decidamos a excavarla. La parcela tiene varias estructuras tumulares más, algunas de ellas serán dólmenes a buen seguro, hecho que pone de manifiesto la singular importancia del espacio para las sociedades neolíticas y calcolíticas que lo habitaron.

Dolmen del Revellao II.
Dolmen del Revellao II./ Víctor Gibello

 

El Revellao es, por muchas razones, un espacio singular dotado de una enorme riqueza arqueológica capaz de generar desarrollo y prosperidad para el triángulo formado por Badajoz – Valverde de Leganés – Almendral. Termino con la misma pregunta que realicé hace 10 meses, pues nadie la ha respondido aún: ¿qué van a hacer las instituciones con el ofrecimiento efectuado por la Fundación Dolores Bas de Arús? El tiempo pasa, las oportunidades desaparecen, la población lo necesita, nuestra sociedad lo demanda, el conocimiento lo exige.

Mientras llega la respuesta, las fuentes del Revellao siguen manando. Leemos a Rabindranath Tagore uniéndonos a su petición, musicada por Amancio Prada:

“Permite, Padre, que mi patria se despierte


en ese cielo donde nada teme el alma,


y se lleva erguida la cabeza;


donde el saber es libre;


donde no está roto el mundo en pedazos


por las paredes caseras;

donde la palabra surte de las honduras de la verdad;


donde el luchar infatigable tiende sus brazos a la perfección;

donde la clara fuente de la razón 
no se ha perdido

en el triste arenal 
del desierto de la yerta costumbre;


donde el entendimiento va contigo


a acciones e ideales ascendentes…


¡Permite, Padre mío,


que mi patria se despierte en ese cielo de libertad!”

 

La iglesia de San Ildefonso a la luz de la luna.
La iglesia de San Ildefonso a la luz de la luna./ Víctor Gibello

Extremadura posee un patrimonio muy rico y diverso, quizá de los más destacables cualitativa y cualitativamente de la Península. El blog Paraísos olvidados pretende recuperar y dar a conocer la memoria de esta herencia de siglos, un legado compuesto por monumentos y yacimientos arqueológicos, pero también por paisajes, bosques, manantiales, restos de arquitectura vernácula, tradiciones, etc.

Sobre el autor

Arqueólogo, historiador, historiador del Arte, fotógrafo, escritor, emprendedor. Durante los últimos 25 años ha realizado numerosos trabajos de investigación, excavación, restauración y puesta en valor del Patrimonio Cultural por toda España, así como diversos proyectos internacionales. Paraísos Olvidados es un recorrido diferente por el Patrimonio de Extremadura, un viaje a los espacios más singulares, atractivos y amenazados de nuestra tierra, un experimento de divulgación que pretende crear conciencia en la sociedad para su conocimiento, valoración, protección, conservación y disfrute


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