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Víctor Gibello

Paraísos Olvidados

El Hospital de San Miguel de Zafra, de fundación filantrópica medieval a centro para la cultura contemporánea

 

Vista del pórtico / Víctor Gibello

Vista del pórtico / Víctor Gibello

VER TODA LA GALERÍA DE FOTOS DEL HOSPITAL SAN MIGUEL DE ZAFRA/Autor: VÍCTOR GIBELLO

 

Hace 25 años, en una visita al Museo del Prado, el azar, en el que no creo, me condujo ante una de las obras allí cobijadas. En la sala 051A un San Miguel Arcángel vestido con atuendo militar batallaba con Satanás, al que sometía con determinación. A su alrededor tenía lugar una batalla entre ángeles y demonios, un caos absoluto del que las fuerzas del bien salían triunfadoras una vez más. Me interesé por la pintura y descubrí, asombrado, que procedía de Zafra, del Hospital de San Miguel, desde donde, por adquisición, fue incorporada a los fondos del Museo en 1929.

El lienzo, inicialmente una tabla, fue trabajo de un pintor anónimo, denominado con vaguedad, como “Maestro de Zafra”. Algunos de los estudiosos que se han acercado a la obra han tratado de adscribirla a Juan Sánchez de Castro, o a su entorno inmediato. Sin embargo, la pintura fue realizada entre 1495 y 1500, durante el gótico tardío, estilísticamente ligada a la corriente hispanoflamenca, posterior a su muerte. Otros han afirmado que fue elaborada por Antón de Madrid, quien trabajó en la Baja Extremadura entre finales del siglo XV y principios del XVI. Antón de Madrid realizó el retablo mayor de la iglesia parroquial de Calzadilla de los Barros, ese trabajo, muy diferente estilística y técnicamente, hacen inviable la vinculación, pues claramente parecen surgidas de la mano de otro autor. El Maestro de Zafra sigue siendo un artista desconocido.

El imponente San Miguel Arcángel, con casi 2,5 metros de altura, fue creado en el siglo XV para formar parte de un retablo situado en la iglesia de Santa María Magdalena, integrada en el Hospital de San Miguel, obra desarticulada al ser sustituida por otra de traza barroca. Por fortuna, en el siglo XVIII, fueron capaces de apreciar el valor de la pintura y conservarla entre los elementos de ornato del templo, como cuadro fijado a la pared, quizás en alguna de sus capillas.

El Hospital de San Miguel nació por deseo expreso de doña Constanza Osorio, condesa de Feria. Así lo dejó señalado en su testamento. Su viudo hizo que se cumplieran sus disposiciones testamentarias, al menos parcialmente, aunque él también feneció unos años después, estando el edificio en pleno proceso de obras, y no pudo verlo concluido. Digo que parcialmente pues el Hospital ya existía con anterioridad, incorporándose algunas de sus instalaciones al nuevo programa constructivo. Constanza pretendió edificar una nueva instalación en un lugar más cercano a los centros de poder de la villa, pero también previó y aceptó la posibilidad de hacer una reforma general de lo ya existente, creando, eso sí, una nueva fundación hospitalaria en torno a la iglesia de Santa María Magdalena.

Puerta de acceso al templo. / Víctor Gibello

Puerta de acceso al templo. / Víctor Gibello

El Hospital de San Miguel representa un ejemplo excepcional de las fundaciones benéficas bajomedievales. Pese a su estado de abandono y profunda degradación, es un lugar clave para comprender, entre otras cosas, el arte mudéjar de Extremadura. San Miguel posee un alto significado para Zafra, su historia se liga íntimamente a la de la ciudad, de la cual fue un símbolo de solidaridad, filantropía y bonhomía durante siglos, distintivos que bien representan a la población y en los que ha de cimentar su futuro.

Zafra no podía permitirse su desaparición, máxime después de la declaración como Bien de Interés Cultural en 2013. Es por ello que la Corporación Municipal se aplicó a la tarea de obtener financiación con la que impedir una pérdida que, a juzgar por el estado de deterioro profundo, parecía irreparable.

Utopía no es aquello imposible de realizar, utopía es todo lo que aún no ha sido realizado. La utopía nos pone en el camino de alcanzar aquello que parecía irrealizable antes de dar el primer paso. El Hospital de San Miguel será devuelto a la ciudad para disfrute público, un lugar para la cultura, para el conocimiento, del que los zafrenses podrán hacer uso en breve tiempo.

Hospital visto desde el templo / Víctor Gibello

Hospital visto desde el templo / Víctor Gibello

Muy pronto darán inicio las obras que permitirán su restauración. El objetivo básico es recuperar el espacio abandonado y dotar a la ciudad de una Biblioteca y un Archivo Públicos acordes con su entidad, unas nuevas y óptimas instalaciones culturales que engalanarán aún más un rico enclave patrimonial declarado Conjunto Histórico – Artístico. Pasado y presente se conjugarán para dar lugar a un futuro mejor.

Gracias al trabajo bien hecho la utopía ha sido superada.

A lo largo de la Baja Edad Media la Casa de Feria, propietaria de la villa de Zafra, elevó en su capital condal dos hospitales, el de San Miguel y el de la Salutación, posteriormente denominado de Santiago, para atender las necesidades de enfermos menesterosos, tanto de la villa como transeúntes. Durante los siglos XVI y XVII fueron creados otros dos hospitales: el de San Ildefonso y el denominado de la Misericordia, que dependía directamentede la cofradía del mismo nombre.

Resulta sumamente interesante analizar instituciones de beneficencia creadas por la nobleza bajomedieval, pues ellas permiten comprender la mentalidad de la clase privilegiada en este tiempo. La documentación conservada y, de algún modo también los edificios aún reconocibles erigidos con fines hospitalarios, muestran que a sus fundadores les movían afanes caritativos y espirituales. No obstante, y pese a que hubiera casos de generosidad verdadera, cuando son estudiados en profundidad, se aprecia con claridad que la mayor parte de las instalaciones de beneficencia fueron creadas desde motivaciones interesadas, no filantrópicas, al menos no plenamente.

Vista Hospital/ Víctor Gibello

Vista Hospital/ Víctor Gibello

La investigación histórica del periodo, especialmente el estudio de las mentalidades, tiende a establecer otras justificaciones para explicar el patrocinio nobiliario. Entre ellas cabe citar el prestigio social para sus fundadores y la necesidad de mantener la paz social en los territorios comandados por las élites nobiliarias mediante la atención a los más menesterosos, carentes hasta de lo más básico para garantizar su subsistencia.

La divisa del primer duque del Infantado, Diego Hurtado de Mendoza, decía: “Dar es señoría, recibir es servidumbre”. Esta enseña muestra la mentalidad de las élites aristocráticas bajomedievales. La generosidad se encuentra entre los valores que distinguen a la nobleza del resto de las clases sociales. Diego de Valencia afirmaba en el siglo XV que “dar es nobleza y cimiento de nobles”. La generosidad, la largueza, en palabras medievales, se concebía como una virtud moral consistente en distribuir bienes sin esperar nada a cambio, una virtud que penetraba la ideología nobiliaria y, por ende, la del conjunto de la sociedad, hasta convertirse en uno de los principios más destacado de las élites.

Hospital, planta superior/ Víctor Gibello

Hospital, planta superior/ Víctor Gibello

Teniendo en cuenta que en la Edad Media la mayor parte de los bienes atesorados por la nobleza procedía del ejercicio de la violencia, bien mediante la guerra, el robo, la usurpación o la coacción, bien a través de la opresión sobre el pueblo, la generosidad facilitaba su lavado, proyectándose como virtuosa a ojos del común. Aquellos que no podían comportarse de acuerdo con lo que su rango social exigía, dejaban de poseer el respeto que la sociedad les otorgaba hasta encumbrarlos, de tal modo que era una norma el que la opinión pública viera en el modo de vida noble no el origen de la nobleza, pero sí un aspecto consustancial a la misma. Ello se vincula al necesario cuidado de la apariencia, tanto personal como familiar, para mantener el estatus, la imagen pública. Es decir, vivir de acuerdo a los convencionalismos marcados por la cultura dominante suponía tanto como conseguir el respeto de las personas que la componían. Además, la generosidad funcionaría como un sistema de redistribución de la riqueza; el noble absorbía todos los haberes generados en su entorno de acción y devolvía parte de los mismos mediante un sistema de dádivas, regalos y gasto excesivo.

Estado actual de Hospital / Víctor Gibello

Estado actual de Hospital / Víctor Gibello

En la cercanía de la muerte otro tipo de preocupaciones dirigen la generosidad de la élite. Si durante la vida se ansiaba asegurar las bases en las que el poder terrenal se cimentaba, en su finalización el deseo no sería otro que aferrarse a la posibilidad de una gozosa existencia en el más allá de acuerdo a los méritos terrenales, bien mediante la idea medieval de fama, bien con la inmortalidad prometida por la Iglesia a los honestos. Es decir, perpetuar la posición privilegiada más allá de la muerte. De ahí que fuera necesario velar por la salud del alma más que por la del cuerpo, siendo liberal y generoso con todos los que en el mundo iban a seguir “sufriendo”.

Siguiendo esta línea de pensamiento, puede comprenderse perfectamente el desprendimiento de bienes y rentas para servir a los más necesitados que recoge el testamento de la fundadora, doña Constanza Osorio, del Hospital de San Miguel, fechado el 18 de abril del año 1480.

Se erige el hospital en un solar amplio situado entre las calles Ronda de la Maestranza y San José, antiguamente denominada San Miguel, un solar intramuros, muy próximo a la muralla, totalmente perdida en la zona, alejado con respecto a los centros de poder público, religioso y económico de la villa. La elección del lugar fue contraria a la disposición testamentaria de la II Condesa de Zafra, que solicitaba fuera cercana a la Iglesia Parroquial y plazas principales.

El testamento es muy interesante en diversos sentidos. Especialmente ha de destacarse la existencia previa al documento de un Hospital de San Miguel que, por circunstancias como su estado de conservación, dimensiones escasas, o inadecuación a las necesidades del momento, se pretendía trasladar o reedificar gracias a la caridad de los condes. El traslado requería la elección de un nuevo emplazamiento y de la construcción completa del mismo. La reedificación, por el contrario, conllevaba la reestructuración de las instalaciones previas y su adecuación a nuevos criterios y modas arquitectónicas.

Interior templo/ Víctor Gibello

Interior templo/ Víctor Gibello

 

El Hospital de San Miguel que ha llegado a nuestros días es el resultado de una reconstrucción completa en torno a la iglesia de la Magdalena, hecho que justifica ciertos desajustes en la integración del templo y de las dependencias hospitalarias perimetrales, así como la presencia de ciertos elementos “arcaizantes” en el conjunto.

La iglesia es uno de los elementos esenciales del conjunto. Todo se construye en torno a ella, es el elemento vertebrador. La condesa profesaba una gran devoción por Santa María Magdalena, y es precisamente junto a la iglesia erigida bajo su advocación que decide realizar su obra de misericordia para cumplir el voto prometido. La iglesia, su restauración, y el conjunto de bienes muebles en ella integrados necesarios para el culto fueron financiados enteramente a su costa. Para el sostenimiento del hospital y de los enfermos pobres en él acogidos dejó dispuestos bienes propios vía testamento.

Desde el segundo tercio del siglo XVIII los recursos legados por doña Constanza Osorio se vieron incrementados notablemente gracias a las donaciones testamentarias de los hermanos Rodríguez de Arenzana, quienes decidieron legar una parte sustancial de sus bienes para el cuidado de los enfermos, especialmente los sifilíticos. Previa aceptación de los herederos de la Casa de Feria, entonces ya duques de Medinaceli, el patrocinio del hospital pasó a manos de los hermanos Rodríguez de Arenzana, quienes no refundaron la institución, sino que continuaron con las actividades realizadas en el lugar desde más de 250 años antes. Se desconoce si en este tiempo en el hospital se atendían otras dolencias, o bien era exclusivo para los enfermos del “mal gálico”.

Estado de dependencias construidas en el siglo XIX/ Víctor Gibello

Estado de dependencias construidas en el siglo XIX/ Víctor Gibello

Durante unos 50 años fueron acatadas todas las disposiciones de los Rodríguez de Arenzana, si bien a fines de los años 20’ del siglo XIX problemas económicos impedían un funcionamiento acorde con la necesidad. La merma de las rentas y los procesos desamortizadores terminaron por impedir que la institución cumpliera sus fines fundacionales. El conjunto dejó de ser hospital en el siglo XIX, habiendo desempeñado otras funciones desde entonces. Durante la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX fue asilo de ancianas pobres, promovido, entre otros, por Antonio Salazar Fernández. Tras la Guerra Civil hubo allí un colegio de huérfanas y la Delegación de Auxilio Social; más tarde una Escuela de Artes y Oficios Metalúrgicos; y, finalmente, el ropero de Cáritas y almacén del Servicio de Aguas del municipio. La iglesia se abandonó al culto desde principios del siglo XX; aunque fue utilizada algunos años por cofradías de Semana Santa, la cubierta de su nave terminó colapsando, haciéndose imposible su uso.

Recorriendo la Ronda de la Maestranza y la calle San José no se aprecian indicios de la existencia del antiguo Hospital de San Miguel, es necesario rebasar un enorme portón dispuesto en esta última para poder acceder al espacio en el que se ubica. El portón, probablemente erigido en el siglo XVIII o inicios del XIX, permite adentrarse en un espacio singular en el que todo se rige por otro ritmo; olvidado de la ajetreada vida de nuestra época languidece desde hace décadas, pese a haber sido un enclave de gran importancia en la vida cotidiana de la villa, y símbolo de la bonhomía zafrense.

Vista exterior del conjunto / Víctor Gibello

Vista exterior del conjunto / Víctor Gibello

Como si se tratara de una cápsula del tiempo, los muros perimetrales han preservado un conjunto edificado que fue evolucionando durante siete centurias (XIV al XXI). En esa “cápsula temporal” se conservan elementos de momentos históricos y estilos arquitectónicos y artísticos diversos, un compendio didáctico de la historia edificada de Zafra desde el medievo hasta nuestros días, una perfecta escuela para el aprendizaje de la Historia de la villa.

El solar ocupa una superficie ligeramente inferior a los 1500 m2, extensión menor que la que tuvo en sus orígenes, habiendo sido mermada con sucesivas ventas y/o apropiaciones de parte del terreno a lo largo del tiempo. Tiene una planta tendente al rectángulo dispuesta en sentido SE – NW. Su superficie está parcialmente edificada, presentando amplias zonas vacías, carentes de construcción.

Pozo ante el pórtico / Víctor Gibello

Pozo ante el pórtico / Víctor Gibello

En el recorrido desde la puerta en la calle San José hasta el interior, desde el sur hasta el norte, la primera construcción es la iglesia, guarecida por una galería porticada en sus frentes oeste y sur. Está realizada con fábrica de ladrillo parcialmente desprovista de capa protectora. Al sur existe un pozo-aljibe, cuyo brocal de granito labrado es sustituto de otro más sencillo, cambiado en las primeras décadas del siglo XX. Resulta desconocida la procedencia del mismo, aunque bien pudiera proceder de otro pozo, sito en el extremo opuesto del solar.

Escudos de los patronos / Víctor Gibello

Escudos de los patronos / Víctor Gibello

A la iglesia se accede gracias a una puerta dispuesta a los pies del templo. Es un magnífico ejemplo de vano gótico-mudéjar, rematado en su eje central por los escudos marmóreos de don Gomes Suárez de Figueroa, a la izquierda, y de doña Constanza Osorio, a la derecha. Están dispuestos ambos escudos como si de una cartela se tratara, enmarcados y resaltados, para mostrar a todo aquel que quiera adentrase en el templo que este ha sido realizado gracias al mecenazgo de ambas familias.

Si bien es cierto que el Hospital de San Miguel nace por deseo de su fundadora, doña Constanza Osorio, quien dispuso en su testamente los medios económicos para ello, y que las obras, iniciadas tras su muerte, fueron ejecutadas por su marido, D. Gómes Suárez de Figueroa, como reflejan claramente los elementos heráldicos sobre la puerta del templo, sostenemos que en el lugar ya existía una institución de beneficencia que funcionaba desde tiempo atrás.

Este planteamiento está sustentado en la cronología en que puede ser datada la cabecera de la iglesia, previa al menos en un siglo al deceso de Dña. Constanza. Además, el propio testamento plantea la disyuntiva del traslado o reedificación del Hospital siguiendo los deseos de la mecenas, disyuntiva que por sí misma se convierte en una confirmación de su existencia previa.

Vista exterior de cabecera/ Víctor Gibello

Vista exterior de cabecera/ Víctor Gibello

De aquel edificio asistencial inicial solo queda la cabecera del templo. Es obra propia de la segunda mitad del siglo XIV siguiendo el esquema de la qubba islámica: planta central y cubierta hemisférica sobre trompas de arista. En la comarca existe un ejemplo mantenido íntegramente. Se trata de la rabita conservada en la iglesia de San Juan Bautista de Burguillos del Cerro. De este edificio heredaría múltiples rasgos la cabecera de la iglesia de Santa María de la Encina, también en Burguillos, erigida en los últimos años del siglo XIV. El testero de la iglesia de la Magdalena enlaza con esta tradición arquitectónica y la perpetúa hasta el fin de la Edad Media. En Zafra, con la Magdalena, el más antiguo templo conservado en la villa y reconocido hasta el momento, se crea un modelo que se repite en obras posteriores con ligeras variantes formales.  Así sucede con los testeros de Santa María del Valle (Santa Clara) y del Hospital de Santiago, interpretándose erróneamente hasta la fecha como obras previas.

Interior de cabecera/ Víctor Gibello

Interior de cabecera/ Víctor Gibello

Poco más, aparte de la capilla mayor de la Magdalena, se aprecia visualmente de las construcciones del San Miguel original. El resto de la iglesia está completamente transformado, siendo obra principalmente de fines del siglo XV e inicios del siglo XVI.

Así pues, tenemos una iglesia construida en diversos fases entre los siglos XIV y XVI. A la par que se concluían las obras de la iglesia se iniciaron las de construcción del área hospitalaria. Los trabajos se perpetuaron hasta mediados del siglo XVI, completándose el conjunto con la galería abierta al norte, galería que posiblemente fuera el remate del ala este del hospital, perdida con el discurrir del tiempo.

Vista general/ Víctor Gibello

Vista general/ Víctor Gibello

Durante la segunda mitad del XIX se emprende una notable ampliación de las instalaciones para acoger un asilo de ancianas pobres. Se realiza entonces todo el ala oeste, concluyéndose a finales del siglo. Es un amplio edificio elevado en dos alturas, de gran simplicidad formal y puramente funcional. El nuevo inmueble no funcionó adecuadamente desde el punto de vista estructural, siendo necesarias obras de refuerzo durante el segundo cuarto del siglo XX. Mejoras que también se extendieron al área residencial del hospital renacentista, como puede apreciarse en las potentes vigas de hierro instaladas.

Con la conversión en Escuela de Artes y Oficios fueron efectuadas nuevas reformas, entre ellas la apertura de grandes ventanales en la planta superior del ala norte para su iluminación.

Estado actual/ Víctor Gibello

Estado actual/ Víctor Gibello

Múltiples obras, ampliaciones, reparaciones y reformas han tenido lugar desde el siglo XIV hasta el siglo XX. Durante los próximos meses, gracias a los trabajos de restauración general del Hospital de San Miguel programados por el Excmo. Ayuntamiento de Zafra el estado de degradación y abandono dará paso a otro bien diferente: los edificios históricos serán recuperados completamente, la ruina será rehabilitada y la desidia será transformada en bienestar gracias a la restauración patrimonial. El viejo hospital será un centro para la Cultura, sus instalaciones seguirán atendiendo las necesidades de los zafrenses, acogiéndolos, como lleva haciendo desde el siglo XIV, para mejorar sus vidas.

Es necesario resaltar esta apuesta decidida por su conservación, ojalá se convierta en un ejemplo a imitar, en un modelo y referencia de buenas prácticas patrimoniales. Así como a menudo se incide en la desidia de las instituciones en la conservación del Patrimonio, en esta ocasión ha de ser resaltado el enorme esfuerzo realizado por el equipo de gobierno de Zafra, el buen trabajo transforma las ilusiones en realidades.

Me despido de San Miguel de Zafra acompañado de The light in between de Chloé Bird.

Vista desde la calle / Víctor Gibello

Vista desde la calle / Víctor Gibello

Extremadura posee un patrimonio muy rico y diverso, quizá de los más destacables cualitativa y cualitativamente de la Península. El blog Paraísos olvidados pretende recuperar y dar a conocer la memoria de esta herencia de siglos, un legado compuesto por monumentos y yacimientos arqueológicos, pero también por paisajes, bosques, manantiales, restos de arquitectura vernácula, tradiciones, etc.

Sobre el autor

Arqueólogo, historiador, historiador del Arte, fotógrafo, escritor, emprendedor. Durante los últimos 25 años ha realizado numerosos trabajos de investigación, excavación, restauración y puesta en valor del Patrimonio Cultural por toda España, así como diversos proyectos internacionales. Paraísos Olvidados es un recorrido diferente por el Patrimonio de Extremadura, un viaje a los espacios más singulares, atractivos y amenazados de nuestra tierra, un experimento de divulgación que pretende crear conciencia en la sociedad para su conocimiento, valoración, protección, conservación y disfrute


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