Pretendo en esta ocasión hablar del miedo a estar enfermo, que está íntimamente ligado al miedo a la muerte, aunque a “la parca” de momento la vamos a dejar tranquila para otra entrada, y me voy a centrar en cuando la enfermedad se convierte en una obsesión, hecho este, que a las personas que lo padecen les causa un sufrimiento tremendo.
En una ocasión me pasaron un meme de guasap (¡cómo va evolucionando el lenguaje!) que reunía la esencia de la hipocondría. Era una fotografía de una lápida donde rezaba lo siguiente:
Antoñito el hipocondríaco
1912-2005
“¡Veis como al final yo tenía razón!”
Saltando el tono humorístico del meme, la hipocondría es un desorden en el que la persona que lo padece llega al convencimiento de que tiene una enfermedad grave o que la va a desarrollar.
Vamos a imaginar a Conchi (a Juan esta semana le dejamos tranquilo, que bastante paliza le hemos dado). Ha venido a vivir al Telón de Pana por motivos de trabajo. No conoce aún a nadie y estar lejos de su familia, algo que no le gusta ya que siempre ha estado junto a sus padres y hermanos. Un día, en la comida, se atragantó y se le quedó como atascada un trocito de comida en la garganta y aunque bebía agua no se aliviaba. A los días siguientes notaba que esta sensación de tener comida atascada no desaparecía. Comienza a preocuparse con pensamientos como que pueda tener algo más que una simple molestia. Busca en Internet “sensación de tener comida atascada en la garganta“. Google, en su cuarta entrada le devuelve un resultado que no esperaba:
En el momento en que lee esto, de forma casi inmediata, “y si me pasara a mi…? se instala en su cabeza, mientras le viene la imagen de un amigo joven que meses anteriores había fallecido por un cáncer de pulmón, viéndose a sí misma reflejada, a ello le suma que está lejos de su familia, y experimenta un sentimiento de desamparo, como cuando era pequeña y la dejaban “sola” en el colegio. Cuanto más lee más claro le parece que es “su diagnóstico”. Se lleva las manos a la garganta y comienza a pensar en como va a ser su vida, en la quimioterapia, en que va a perder el pelo, dejar de ver a sus seres queridos, en si la operarán, si se deteriorará, en que va a morir, etc. Como ya vimos en entradas anteriores, estos pensamientos van a comenzar a generar emociones nada agradables y le va a invadir un nivel de ansiedad tremendo. Nota calor, opresión en el pecho, “nervios” en el estomago. Se da cuenta de que está leyendo atropelladamente y quiere que esto pare. Busca más entradas en google para ver cuales son los síntomas del cáncer de esófago a la vez que está pensando en cómo podría parar esto. Quiere que todos sus pensamientos sean falsos y confirmar nítidamente que ella está sana.
Tras este episodio inicial su vida se va a transformar en un sin fin de comprobaciones. Cuando fue a su médico de cabecera, al inicio se sintió aliviada, pero al poco tiempo, no queda del todo convencida y le pide que la derive a un especialista, comienza a leer sobre métodos de diagnóstico del cáncer de esófago para estar segura de que van a utilizar la metodología adecuada. Cuando va al otorrinolaringólogo y descarta existencia de enfermedad se queda más tranquila, aunque después, en casa, recuerda que éste le dijo como ejemplo, que la irritación podía haber sido, entre otras posibilidades, del reflujo gastroesofágico que padecía y comienza a mirar de nuevo por internet donde ve una noticia sobre cáncer de estómago y todo vuelve a comenzar, su ansiedad, ir al especialista, etc. Todo por intentar estar segura de que ella está bien.
Este ejemplo nos lleva a un dilema que debemos resolver en nuestras vidas en determinado momento:
Busco la seguridad total o acepto la inseguridad?
Estamos educados en el orden, la capacidad de predicción, el control del entorno, la búsqueda de la certeza, estrategias estas que nos ayudan en nuestro devenir cotidiano, que a veces, cuando adoptamos un enfoque rígido nos olvidamos de que la seguridad total no existe. En la ciencia, los estudios que se realizan llevan asumido un leve error, cuando se construye un edificio, el arquitecto no puede asegurar al cien por cien que no se va a caer. No movemos por tanto por probabilidades de que ocurran hechos, no por seguridad total porque no podríamos avanzar. Conchi, sin darse cuenta se ha puesto la armadura y ha cogido el caballo, para penosamente buscar el Santo Grial, que en realidad no va a encontrar. Esta confundiendo posibilidad con alta probabilidad y esto le hace sufrir
Pero tiene otro camino, puede aceptar la inseguridad como hacemos la mayor parte de las personas. Los que así actúan, no se preocupan sino que se ocupan y tratan de vivir en el presente centrando su atención en aquello que están haciendo, ya que aumenta la probabilidad de llevar una vida más satisfactoria. Aceptamos que nos puedan ocurrir situaciones grave porque si no no podríamos montar en coche o salir a pasear.
Sabemos que un día de estos la guadaña va a silbar y se van a quedar sin este magnífico blog, pero no vamos a malgastar el tiempo pensando en ello, porque no es gratis, lo pagamos con monedas emocionales como la ansiedad, la angustia, el miedo o el estrés.
Quizá mejor escuchar una canción