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César Hernández

Pensamientos de Luz

DISTINGUIR ENTRE PRÍNCIPE Y MENDIGO

Ayer me entristecía enormemente tras conocer la muerte del que puedo considerar mi primer maestro. Wayne Dyer dejaba tras de sí, al margen de las cifras astronómicas de libros vendidos, un halo de paz interior que nadie como él sabía transmitir.

Revisando la prensa del día, como todas las mañanas, no esperaba encontrar grandes portadas, pero sí esa reseña en la esquina inferior derecha, haciendo referencia a tan triste noticia.

El primer intento fallido me ha llevado a revisar varios periódicos digitales con asombro. Es evidente que las portadas se las tienen que rifar entre De Gea y su fallido contrato por el Real Madrid, el 3% de Artur Mas o la Merkel en favor de esa cuota de refugiados que antes rechazaba cuando el problema era de España. Dicho sea de paso, una vez más ha ganado el futbol.

Con la ruedita del ratón escapo de todas estas noticias tan importantes, en busca del artículo esperado, en el fondo de la página, con letra pequeña y en todo caso, si hay suerte, una foto para que la gente ponga cara a ese tal Wayne Dyer.

Pero no, en los posibles lugares reservados para su artículo me sigo encontrando a Wes Craven, un día más, que tras su muerte nos deja el legado de inolvidables películas de terror que marcaron a toda una generación. También está Miley Cyrus y sus pezoneras, el resumen diario de MYHYV, y cómo no, el debate sobre a qué VIP le queda mejor el mismo vestido.

En ese momento, veo un artículo sobre Lady Di y su aniversario de la muerte. Por fin lo entiendo. La historia se repite. Fue aquel fatídico 1997, cuando un 31 de agosto moría la princesa del pueblo, eclipsando durante el resto de la historia cualquier efemérides que tuviera lugar. Fue en ese momento cuando recordé cómo al cabo de 5 días moría también la madre Teresa de Calcuta. Es cierto que en esa ocasión sí que salió en las noticias, cómo no, pero eso sí, sin descuidar el minutito dedicado a Lady Di y el complot orquestado en su contra.

Dieciocho años después, ni una referencia a la madre del pueblo, pues vivimos en un cuento de hadas y en los cuentos sólo hay sitio para las princesas.
Lo mismo ocurrirá con Wayne Dyer, que ha tenido la mala suerte de morir en unas fechas para las que los periódicos ya tienen la edición cerrada. O quizá lo haya elegido él, al igual que la madre Teresa, para irse sin alterar el curso natural de las cosas, sin hacer ruido, para dejar tan sólo sus hechos y alejarse de la farándula.

Verano tras verano, entre portadas y artículos sobre la operación retorno, final del mercado de fichajes, los nuevos corruptos y los viejos propósitos para el nuevo curso, seguirá apareciendo Lady Di en todos los medios. Y como hasta ahora, cada vez que vea la foto de esta señora, recordaré a Santa Teresa de Calcuta, a quien seguro que no le importará que comparta su recuerdo con mi querido Wayne Dyer.
Porque en el cuento de hadas en que nos hacen creer que vivimos, no siempre sabemos distinguir entre bella y bestia, príncipe y mendigo o héroe y villano. Me quedo con mis bestias, mendigos y villanos, que con su sacrificio me han hecho sentir como bello, príncipe y héroe.

WAYNE DYER, D.E.P.

Pensamientos de Luz

Sobre el autor

Ingeniero por vocación, coach por devoción, con el coaching y el Reiki he encontrado el equilibrio perfecto entre lo empírico y tangible con lo imperceptible y espiritual. Mi fascinación por la capacidad de la mente, generadora de realidades, y sus efectos sobre el mundo material, es la excusa perfecta para desgranar cualquier frase, sentimiento o pensamiento.Este blog nace con la simple intención de compartir mis soliloquios y divagaciones, sin más, así es que, si te gusta lo que ves, entra y coge lo que quieras.


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