Quiero un abrazo fuerte, no un simple abrazo,
que sepamos cuándo empieza, pero su final sea incierto.
Quiero un abrazo cálido, suave y distinto,
un abrazo de frente, que termine en los hombros.
Dame un abrazo que huela a café y sepa a primavera,
abrazo de amistad y amor, de amor por la amistad.
Quiero un abrazo inmenso, cercano y sin contorno,
que me muestre el camino por el que viajar hasta dentro.
Quiero un abrazo infinito, grande y poderoso,
de los que rompen las cadenas y derriten los miedos.
Un abrazo largo, al menos medio minuto,
donde poderme acomodar y parar ese momento.
Quiero un abrazo de aquí me tienes y hasta ti vengo,
de los de ¿qué necesitas? y esto es todo lo que tengo.
Dame un abrazo duro y apretado, firme y decidido,
que no haya pechos que lo frene ni quietud que lo apacigüe.
Un abrazo con ritmo, un abrazo balanceado,
con la música en la mente y con los pies levitando.
Quiero un abrazo sincero, puro, genuino y emotivo,
que me haga reír o quizá llorar, qué más da.
Abrazos que curan
Dame un abrazo de los que dejan huella, de los que desgarran,
un abrazo que acaricie la conciencia, un abrazo con poema.
Dame ese abrazo para el que no hacen falta brazos,
un abrazo con el alma, un abrazo de verdad,
de esos que son gratis, de valor incalculable y el dinero no puede comprar.