Por fin estamos frente a frente, solos tú y yo hurgándonos con la mirada en lo más profundo de nuestro ser. Por fin te tengo cerca, el ansia caducada, notar tu aliento en mi piel, aliento de vida y compasión que tanto anhelaba volver a tener. Cerca tu hermosura admirada, infinita y deseada, por fin te puedo ver.
Fue un amor a primera vista y te juré que volvería. Sin ti no puedo, aquí me tienes, me das la vida. Porque si tú eres la vida, contigo la quiero vivir; y si fueras mi muerte, por ti quiero morir. Juré que volvería y aquí quiero volver.
Nada importa ahora, atrás quedó el ímpetu desbocado. Escalones de piedra hacia el esplendor, testigos de esperanzas y desilusiones del pasado, que inmóviles e inalterables se beben tu sudor. Atrás quedaron las pisadas meditadas de quien sigue su camino sin importarle ni cómo ni cuándo ni por qué. El ritmo acompasado convertido en un mantra retumbando en mis oídos. Contigo recupero el aliento que se despidió, olvidándose de mí para mostrarme su temor.
Aquí estamos frente a frente, solos tú y yo, y aunque el sueño me apodera lo venzo con dolor, rogándole a Morfeo me permita otra vez tocarte, olerte, acariciarte, disfrutar de tu sabor. Una vez más, tan sólo una más, ¡hay tantos detalles que no me quiero perder! Empezando por esos lunares que iluminan tu rostro salpicados al azar, que inundan mi mirada y no los puedo abarcar.
Ese turbante victorioso, erguido y vigilante, nos protege, mientras recuerdo tu rostro cuando en las aguas de esmeralda haces que se refleje. ¡Y maldigo a quien te mire sin postrarse a tus pies! ¡No permitas que te toque semejante hereje!
Déjame admirarte una vez más, tan sólo una más, que los párpados me pesan y te quiero soñar. Deja que me acurruque en tus brazos y esperar que el tiempo se pare, soñar como un infeliz que nada nos separe, aunque sepa que al despertar habrás desaparecido y yo tendré que partir, con el corazón dividido.
Y te juro que volveré a entregarte mi amor fugaz, en busca de tu abrazo. Porque si eres mi vida, a ti te quiero beber; más si fueras la muerte, no tengo nada que temer.
… O SOBRE VIVAQUEAR EN EL CIRCO DE GREDOS