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Lucía Madera del Río

Positiva-Mente

7 errores que nuestra mente comete cada día

Nuestro cerebro comete muchos errores diariamente, imperceptibles la mayoría de ellos para nosotros. Conocer en qué nos engaña nuestra mente nos hará más conscientes y nos ayudará a percatarnos de estos fallos para comprender nuestra realidad de una manera más fiable y razonable. Actualmente comprendemos nuestro presente, influenciados por las vivencias de nuestro pasado y las expectativas de un futuro, una comprensión basada en tantos estereotipos y creencias no del todo ciertas nos dificultará y limitará, desde la adaptación a diferentes situaciones, como a la toma de decisiones firmes y sensatas.

1. Preferimos mantenernos en nuestra zona de confort antes que perseguir nuestros sueños

El ser humano tiende a evitar aquello que considera una amenaza, salir de nuestra zona de confort nos resulta difícil, porque sea buena o mala nuestra situación, es la que conocemos y ese hecho nos hace sentir una falsa seguridad que nos impide avanzar y maximizar nuestras oportunidades de alcanzar nuestros sueños. Nuestro cerebro tiende a minimizar las pérdidas en vez de maximizar oportunidades.

Escapar de esta tendencia aumentará las probabilidades de alcanzar tus retos y hacer realidad tus sueños. Pregúntate qué es lo que realmente te satisface y cómo conseguirlo.

2. Nos centramos más en aquellos datos, o personas que apoyan nuestras creencias

En general, evitamos aquellas filosofías o ideologías que contradigan la nuestra de una manera significativa. Existen estudios que han comprobado que al leer un artículo u opinión que sigue una línea de pensamiento parecido al de uno mismo le dedicamos más tiempo que al leer opiniones que no concuerdan con los propios.

Esta tendencia humana trata de huir de aquella información que pueda generarnos un conflicto en nuestro sistema de creencias. En psicología conocemos este fenómeno como “sesgo de confirmación”, el cual nos impide ver y conocer en profundidad puntos de vista opuestos o contradictorios a los que podíamos sacar mucho beneficio. Reconocer este sesgo y ser conscientes de puntos de vista distintos y alejados del nuestro que pueden ayudar a nuestro crecimiento y madurez.

 3. Predecimos hechos basándonos en probabilidades

Cuando un hecho se repite varias veces, tendemos a pensar que la próxima vez tendrá un resultado diferente, y que ese resultado es adivinado por nosotros mismos. Al lanzar una moneda al aire, el hecho de que salga cara o cruz no depende del resultado anterior, pero nuestro cerebro tiende a pensar que sí. Este error de nuestra mente puede tener como consecuencias comportamientos negativos, los cuales desarrollan, fomentan y mantienen trastornos como la adicción al juego.

Tener en cuenta esta conducta de nuestro cerebro nos hará conscientes para reflexionar y tomar decisiones correctas y no ser engañados por nuestra propia mente. No puedes dejar llevar por la creencia llena de emociones del momento, pararse a pensar y  racionalizar nuestros actos es necesario para no cometer errores de los que podríamos arrepentirnos.

 4. Nos cuesta aceptar nuestras propias malas decisiones

Al tomar una decisión errónea, la cual nos causa emociones tales como el arrepentimiento, tendemos a convencernos a nosotros mismos de que no era una idea tan mala. Buscamos razones que apoyan esa decisión para anular esos remordimientos que nos invaden. En el momento en el que nuestro cerebro percibe un desequilibrio emocional, elige modificar la realidad como más le conviene para volver a ese estado de confort emocional con uno mismo. Este comportamiento responde a la predisposición a esquivar la disonancia cognitiva, un estado en el que dos ideas o creencias se confrontan y perdemos ese estado de armonía emocional.

Este tipo de situaciones suele darse, por ejemplo, cuando vamos de compras. Si compramos algo que realmente no nos hace falta o al verlo en casa, no era lo que esperábamos, solemos autoconvencernos de que no era tan mala idea comprarlo y buscamos una utilidad para el objeto en seguida.

Racionalizar malas decisiones para que no sean tan malas nos ayuda a no sentirnos mal con nosotros mismos. Tenemos que lidiar con este error de nuestra mente y aceptar que una mala decisión no es más que eso, UNA mala decisión, y que ello no nos convierte en malas personas, sólo hay que aceptar que, a veces, no tomamos la mejor decisión y aprender para la siguiente situación.

 5. Confundimos e intercambiamos factores y resultados

A veces llegamos a conclusiones sin tener en cuenta todos los factores que influyen en una situación concreta. Juzgamos por el envoltorio pero el contenido de éste va mucho más allá de lo que percibimos a primera vista. Por lo general, las modelos de cremas de cara no tienen esa piel gracias a ese producto que anuncian, hacen la publicidad por el hecho de tener ese cutis; pero esto no es algo de lo que pensemos en un primer momento, asociamos ese producto que nos venden al cuerpo que nos muestran. Sin este sesgo, muchas campañas de publicidad no funcionarían en absoluto. Atribuir erróneamente el éxito implica el hecho de seguir un camino equivocado para alcanzar una meta. Es conveniente que pensemos y racionalicemos estos errores para no caer en engaños innecesarios.

 6. Nos guiamos por recuerdos más que por evidencias científicas

Numerosos estudios han demostrado que el ser humano se deja llevar por su propia experiencia sin prestar atención a hechos objetivos que tenemos frente a nosotros. Los recuerdos están llenos de contenidos ideados por nosotros mismos, no son fiables, sin embargo para nosotros tienen más peso que cualquier evidencia clara que se nos presente. Debemos darnos cuenta de este error e intentar sopesar qué es lo que realmente tiene más valor o qué información nos da pistas más fidedignas.

 7. Nos guiamos por estereotipos

“Linda tiene 31 años, es una filósofa soltera, abierta y muy brillante. Cuando era estudiante se implicaba mucho en asuntos de discriminación y justicia social, y también participó en demostraciones antinucleares” ¿Qué es más probable, que Linda sea una empleada de banca… o una empleada de banca y, a la vez, activista feminista?

Al hacer esta pregunta, el 85% responde con seguridad que es más probable la segunda opción, la más detallada y aquella que refuerza el estereotipo de una mujer feminista más preocupada por las causas sociales. La lógica no concuerda con esta respuesta, ya que lo más probable es precisamente la primera, ya que si la segunda opción fuese cierta, la primera automáticamente también. Una prueba de cómo el estereotipo nos ciega y no nos deja pensar con lógica y sentido.

 

 

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Sobre el autor

Lucía Madera del Río (@lmadelrio) es psicóloga y terapeuta de conducta emeritense especializada en temas de salud mental y nutricional. También es la ideóloga del proyecto Positiva-Mente, basado en la psicología positiva.


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