En estos días, miles de niños y jóvenes reciben con alegría y entusiasmo la llegada de las vacaciones. Con el verano se da paso a infinidad de sueños y proyectos, algunos se transformarán en preciosas vivencias y la mayoría tendrán que esperar para ser reales.
Atrás se quedan los madrugones, las clases, las horas de estudios y tareas, los exámenes y se sustituyen por emociones y sensaciones atrayentes. Hasta que los padres se incorporen a sus descansos, la mayoría disfrutará de amaneceres perezosos en la cama, de paseos y charlas con los amigos, algunos viajarán al extranjero aprovechando sus becas o los esfuerzos de sus familias, otros marcharán a campamentos a dar rienda suelta a su vena aventurera, los más pequeños tendrán los campamentos en colegios y los habrá, ojalá sean los menos, que se conviertan en expertos de mandos de los más variados avances tecnológicos.
Tendremos días para deleitar los sentidos con la belleza inconmensurable del mar o de la montaña hasta recuperar el equilibrio alterado durante el curso. Algunos viajarán a hermosas ciudades buscando algo de cultura, serán los menos y posiblemente los que más se aburran. Estarán los que pasen sus días en los pueblos, en esos lugares maravillosos en los que los peligros son menores y las calles se convierten en eternos aliados. Visitas a tíos y abuelos irán consumiendo parte del tiempo programado.
En estos días decimos hasta luego a los educadores, a esos profesores y maestros que han enseñado parte de lo que saben y que han transmitido mucho de lo que son y viven. De esta manera inician ellos también un hermoso paréntesis de descanso que les devolverá parte de las energías consumidas y las ganas de retomar en septiembre nuevos retos y objetivos. Estos profesionales de la formación estarán ahí, dispuestos a seguir en la hermosa y apasionante aventura del aprendizaje y del crecimiento humano y espiritual.
El descanso es merecido. Ser formador de niños y jóvenes no es solo una cuestión de impartir clases y corregir exámenes y ejercicios, es darse y vaciarse en un intento de acompañarles en el camino de hacerse buena persona. Desde estas líneas les reconozco su inmensa labor y les mando un sincero y sentido agradecimiento a todos ellos.
Este tiempo ofrecerá numerosas oportunidades para consolidar amistades, para conocer nuevos amigos y primeros amores. Gozaremos más de la familia, podremos divertirnos en piscinas y playas, ejercitaremos los deportes preferidos o los veremos en la televisión, calentaremos los bancos de los parques y los asientos de cines y terrazas.
El verano es ese período loco del año, en el que percibimos el aburrimiento con renovada tolerancia, porque hay horas de sobras. Y llegará el momento del final. Muchos regresarán a los mismos colegios e institutos y otros cambiarán de centros o entrarán en las universidades. A todos ellos les mando mis ánimos y mis palabras de aliento.
Todo lo que podamos vivir, sentir, pensar, actuar que lo hagamos desde el sentido común, con sosiego y paciencia y que al final de las vacaciones estemos juntos de nuevo, procurando no alterar en exceso la silueta. Poder hacer algo no significa que se deba hacer y esto sí me gustaría que lo tuviéramos muy presente. Felices vacaciones.