Todos los niños tienen el derecho y la obligación de acceder al sistema educativo. Se inicia con los tres años de la enseñanza infantil, para continuar con los seis de la primaria y se completa con los cuatros de la llamada enseñanza secundaria obligatoria, más conocida como ESO. Nos guste o no, así está establecido mientras no se cambie de nuevo.
La inmensa mayoría de niños y adolescentes tienen una formación reglada. Hay una minoría a la que se le hará una serie de adaptaciones curriculares para adecuar contenidos y metodología. Tanto unos como otros son los alumnos del sistema educativo. Al final de esos años de formación, la mayoría puede obtener un título que les capacita para seguir estudiando y/o para afrontar la vida laboral. La educación les ayuda a madurar, a crecer como hombres y mujeres con capacidad de tomar decisiones sobre su vida.
La educación en España ha estado sometida a múltiples cambios en las últimas décadas, pocos de ellos nacidos de consensos. Ello se ha traducido en logros y en bastantes fracasos, que nos sitúa en los últimos puestos de la educación Europea.
En cuanto a la educación de nuestros alumnos con necesidades educativas especiales, los llamados alumnos con adaptaciones curriculares, vemos que las carencias son aún mayores. La principal y la base de todas las demás es no gozar de los mismos derechos y obligaciones que el resto de los alumnos como son la falta de reconocimiento a sus logros y la falta de itinerarios formativos después de la secundaria, entre otros. No entro a valorar ahora, por no ser el momento ni el lugar, las carencias más detalladas. Cada alumno es único e irrepetible y así debe ser si queremos tener un sistema educativo justo y unos jóvenes bien formados y justos.
TODOS CABEMOS
Todos cabemos, más cariñosos y menos, más inteligentes y los que no son tanto, más tranquilos y los inquietos, los graciosos y los siesos, los altos y bajos, negros y rosaditos, varones y hembras, todos… No vamos a entrar en debates estériles del dónde y digo estéril porque todos queremos lo mejor para nuestros hijos, para nuestros alumnos. Podremos dialogar y discutir sobre metodologías y contenidos, sobre temporalidad y estrategias, sobre el centro idóneo para su formación y desarrollo; pero lo que no podemos nunca es dudar de la buena voluntad de los demás. Cada alumno debe estar donde mejor se desarrolle y forme, después de una valoración adecuada.
La política no sirve para nada si no es para construir una sociedad más justa. La ciencia y la ética no sirven para nada si no es para hacer una sociedad más justa. La religión no serviría para nada si no ayuda a hacer un mundo mejor, de todos y para todos, basado en la justicia y por todo esto…
…trabajemos juntos bajo el lema: “TODOS SOMOS ALUMNOS. TODOS CABEMOS”
La educación es muy mejorable y queremos consensos dialogados que perduren y mejoren lo que tenemos y no imposiciones empobrecedoras.