Dedico estas líneas a los profesionales de la educación adaptada y les doy mis más sinceras y sentidas gracias en este inicio de curso.
Gracias por los ánimos que transmitís a los alumnos que comparten vuestros espacios y tiempos, sin perder el sentido de una realidad que por olvidadiza resulta injusta.
Gracias por las enseñanzas teóricas y prácticas y por las estrategias que aportáis a nuestros hijos y alumnos con más necesidades y menos capacidades mentales, gracias a ello pueden afrontar la vida con entusiasmo y deseos de triunfar.
Coincidimos en el pleno convencimiento de que los profesionales mejores son los que sienten que la motivación es el camino del éxito, que no se detienen en unos números calificadores y que ven más allá de unos resultados.
Me atrevo a haceros una petición: seguid haciendo de la educación uno de los signos de esperanza de esta maltrecha sociedad del siglo XXI. Los padres y las madres de vuestros alumnos somos incansables, algo ingenuos porque seguimos esperando que se cumplan las vanas promesas de unos políticos que con bastante frecuencia no están preparados en educación. Cierto que tenemos desencuentros, pero no puede ser de otra manera cuando vosotros y nosotros vivimos con inmensa intensidad la formación de nuestros hijos y de vuestros alumnos.
Se nos podrán aplicar muchos calificativos, pero nunca el del pasotismo y el de la desesperanza.
Seguimos luchando, seguimos avanzando. Gracias. Contamos con vosotros.