Todos los días son días mundiales del autismo, del síndrome de Down, del Alzheimer, del cáncer…`porque todos los días las personas vivimos y crecemos desde nuestras realidades, cada uno desde las suyas.
El autismo, de manera breve y coloquial, es un trastorno que suele diagnosticarse en la niñez temprana y sus características más importantes son: problemas de socialización, de comunicación y frecuentes conductas repetitivas. Se presenta en cualquier grupo racial, étnico y social, y es cuatro veces más frecuente en los niños que en las niñas.
Si queremos entenderles debemos situarnos en una dimensión diferente a la habitual, en la que nos alejemos de los patrones prácticos de la vida y nos acerquemos más al mundo de la creatividad, de las dudas, de la fantasía e imaginación. Hemos de olvidarnos del porqué nos ha tocado a nosotros para centrarnos en cómo ir mejorando. Es fundamental adentrarnos en el mundo del presente, del aquí y ahora, del ir resolviendo los asuntos a medida que van sucediendo, procurando que no se acumulen porque nos generarían agobios. Y vivir con paciencia y constancia, convencidos de que no pararemos de luchar intentando llegar y llegaremos aunque algo más tarde, siempre adaptándonos a su ritmo y desde el esfuerzo diario y sin desfallecer. Así descubriremos la grandeza de lo diferente.
Algunos afirman que más dicha se siente en dar que en recibir y eso es lo que ocurre cuando estás con ellos, sin olvidarnos de las dificultades. Entre ellas se encuentra un ritmo que no se adapta bien al de la sociedad, una autonomía personal menor porque sus capacidades y habilidades no siempre lo facilitan. Los padres son su sostén existencial y el futuro se impregna de infinidad de preguntas y desasosiegos. Estas dificultades son ciertas, pero también son ciertas mis siguientes afirmaciones.
El silencio de ellos es inquietante al principio, hasta que se percibe el inmenso contenido que encierra. Sus “extravagancias” expresadas sin pudor no conocen la maldad ni la intencionalidad del daño, obedecen a espíritus y mentes libres de complejos. Sus deseos los expresan de tal manera que pueden parecer, sin serlo, caprichos a ojos de los demás.
La baja tolerancia a la frustración la combaten y vencen con su olvidadizo y pasajero rencor y en ocasiones con respuestas que se escapan a su control. Son frágiles y necesitados y ahí está la parte de la grandeza que le falta a lo ya expresado. Sus miradas limpias y huidizas señalan el camino a recorrer para acercarse a sus entrañas.
En un aula nunca sobra un alumno, sea como sea. Podrán faltar medios, conocimientos y destrezas pero la grandeza de nuestro Sistema es que el alumno es incuestionable y si alguien piensa que un alumno está de más, es señal de que el sobrante es quien tiene esos pensamientos.