La prostitución es una actividad humana, casi tan antigua como la Humanidad, en la que una persona, generalmente mujer, vende por dinero una práctica sexual en la que ella es una de las protagonistas. Deseo fijarme en las personas que la desempeñan. Pienso que esta práctica no enriquece a quién la desempeña, pero tampoco la convierte en un ser a desterrar y lapidar.
No hablemos de prostitutas en general. Como en todo colectivo humano hay diferentes grupos. Está el grupo de las que llegaron por la necesidad de sacar sus vidas adelantes y las de sus seres queridos, y encontraron ahí una manera de lograrlo. Algunas llegaron coaccionadas y amenazadas por tiranos de la violencia y la gran mayoría lo hicieron sin libertad interior porque no encontraron o no supieron buscar otras actividades con las que sobrevivir. También están las esclavas de adicciones descontroladas, sometidas para obtener un dinero rápido y satisfacer el maldito síndrome de abstinencia y quizá pueda haber alguna, lo dudo, que lo hiciera por el deseo mismo del placer.
Esas pueden ser algunas razones que les impulsaron a la prostitución. Esta práctica traspasa clases sociales porque las buscan los que tienen más y los que menos poseen. Trasciende las ideologías políticas porque la practican los llamados de derechas y los de izquierdas, aunque parece que no todos piensan de esta manera. No conoce fronteras, ni norte ni sur ni este ni occidente, ni color de piel, ni credos religiosos, ni profesiones, ni edades. Se puede ver en el lujo del hotel, en las celebraciones, en el ambiente artificial del club, en la oscuridad lúgubre de alguna mísera caseta o en los soportales de apestosos callejones. En todos los sitios.
A estas personas, tan duramente tratadas a lo largo de la historia, las buscan los que pagan por el deseo de sentirse aparentemente queridos durante unos minutos, los que se consuelan en medio de una soledad afectiva no siempre soportable, los que fantasean con una vida plena en pareja, también los hay que buscan el desahogo físico y emocional rápido y los que hacen del sexo uno de los ejes fundamentales de sus existencias.
Y como en toda actividad humana hay clientes comprensivos y respetuosos, los hay despiadados y explotadores que machacan a la mujer en su debilidad física, los hay silenciosos y también existen los agradecidos.
Lo deseable es que, a salvo de estereotipados comentarios morales y políticos, se procure dar soluciones a las situaciones de explotación, inseguridad y desprotección en las que se encuentran la mayoría de personas que hacen de la prostitución una de las maneras de estar en el mundo. No olvidemos que en todas y cada una de las prostitutas se encuentran personas con el derecho a ser tratadas con dignidad y respeto.