La ciencia y la tecnología avanzan a un ritmo vertiginoso y nos proporcionan condiciones de vidas más cómodas, aunque también nos introducen en situaciones para las que aún no estamos del todo preparados. Sus continuas aportaciones, algunas sobrepasan los límites conocidos de la naturaleza, nos generan dilemas éticos no fáciles de resolver. Hoy me fijo en una de esas aportaciones, las redes sociales y, más en concreto, en facebook.
Facebook es una red social creada en febrero de 2004 por Mark Zuckerberg y unos compañeros mientras estudiaban en la universidad de Harvard. Su objetivo fue diseñar un espacio en el que los alumnos pudieran tener una comunicación fluida y compartir contenidos de forma sencilla a través de Internet. Fue tan innovador su proyecto que en septiembre de 2006 se extendió hasta estar disponible para cualquier usuario de la red.
Facebook nos permite reencontrarnos con amigos y compañeros de los que no teníamos noticias desde hacía años y así aparecen los grupos de promociones, colegios y universidades. Es un medio para conocer personas con las que intercambiar pensamientos, deseos o informaciones. Es un espacio en el que podemos disfrutar con las ocurrencias de algunos y con los vídeos sugerentes de otros.
Es una manera rápida y sencilla de estar unidos los de un mismo pueblo o región y nos permite aprender con las aportaciones de los demás. No siempre estamos de acuerdo en las apreciaciones y comentarios, lo cual aumenta nuestra perspectiva sobre lo tratado. En ocasiones se pasa del conocimiento virtual al físico y se inicia una buena y sana amistad, antesala de relaciones afectivas enriquecedoras.
Cada día somos más los que utilizamos facebook y las redes sociales. No a posibles prejuicios y miedos, pero seamos prudentes y discretos en su uso porque lo aparente puede confundirnos e introducirnos en un mundo alejado de los demás. Nunca debe ser un lugar para los insultos, ni menosprecios o ridiculizaciones. Tampoco para descubrir intimidades y confidencias que deterioren aún más las relaciones y, al hacerlas públicas, aumenta el daño.
Las diferencias personales, discrepancias, sospechas, rumores, etc. deben solucionarse entre los protagonistas. Ellos tienen la posibilidad de aclarar y matizar lo que piensan, sienten y dicen y si intervienen otros que sea para ayudar y no para enturbiar y originar partidismos y alianzas que confunden y radicalizan.
La esencia de los avances del ser humano, lo que las define, son casi siempre neutras en su bondad o maldad; lo que las convierte en buenas o malas es su uso, el manejo que hagamos de ellas. Podemos usar las redes sociales bien y enriquecernos y usarlas mal y embrutecernos. Hagamos un adecuado manejo de estas nuevas formas de comunicarnos que nos posibilitan seguir aprendiendo de los demás y ampliando nuestras relaciones sociales.