Son entrañables, aseguran el amor y el cariño, suelen estar dispuestos para ayudar y echar una mano y hacen cosas con los nietos que no hicieron con los hijos. El tener menos responsabilidad directa en la educación de los pequeños les permite vivir más desde lo que son y sienten. Como dice Cicerón “los hombres son como los vinos; la edad agría a los malos y mejora a los buenos” o como dice el sabio Quijote “las canas son el fundamento y la base que da la agudeza y la discreción”.
Los abuelos siempre han tenido una misión muy importante dentro de las familias, pero es aún mayor en los tiempos actuales, dado lo complejo del momento que nos ha tocado vivir. Esa misión no solo consiste en llevarlos o recogerlos de las guarderías o de los colegios o darles de comer, sino como estrechos y valiosos colaboradores en la educación de los nietos y cuentan para ello con una dilatada experiencia. Los abuelos tuvieron dificultades similares a las que tienen ahora sus hijos y ya entonces dieron soluciones adecuadas algunas y mejorables otras, en relación a su época y a sus circunstancias personales y de pareja. Han adquirido una experiencia valiosa, digna de toda consideración que ponen al servicio de los hijos y de los nietos.
Si nos fijamos en los apoyos prestados a los hijos se encuentra el económico cuando su jubilada economía se lo permite, pero no es esa ayuda la más importante aunque a veces pueda parecerlo, lo fundamental es que colaboran en la educación de los nietos. Ese dicho de que los padres educan y los abuelos maleducan es, a mi parecer y con todo el respeto que me merece el refranero español, una soberana bobería. Es imposible estar de acuerdo con eso. No nos podemos creer que unas personas con tanta capacidad para querer deseen hacer algo perjudicial para el nieto.
Los abuelos garantizan que el nieto se sienta querido y un niño querido será, con alta probabilidad, un adulto maduro. Sin embargo, otro rodeado de continuos cuidados materiales pero sin afecto será, con mucha probabilidad, un adulto desconfiado e inseguro. Deben colaborar en la educación desde el diálogo y el respeto, estableciendo límites y valorando el esfuerzo como medio para conseguir avanzar en la vida, haciéndoles sentir la satisfacción de lo bien hecho y todo ello porque han sabido mirar de frente a la vida, superando dificultades y sinsabores de la vida.
No olvidemos que en estos aspectos mencionados tienen largas y destacadas experiencias. Crecieron como hijos, se desarrollaron como parejas, después como padres, o como amigos o compañeros de trabajo. Y aunque algunas de sus capacidades físicas y mentales puedan estar mermadas por el paso y el desgaste de los años, se merecen el más sincero y eterno agradecimiento de los nietos, pero sobre todo de los hijos. Los abuelos permitirán seguir viviendo y alimentando la esperanza, hoy y mañana, de seguir teniendo buenos hijos y nietos.