La sexualidad impregna la vida y no es sólo una genitalidad, sino una manera de vivirse y autodefinirse. El hombre y la mujer se viven y se entienden como personas en comunicación con otras en un momento y lugar concreto y un aspecto de la misma es la sexualidad, la entrega corporal y afectiva. En esa entrega es donde alcanza su máxima expresión las distintas prácticas sexuales.
En cuanto a la homosexualidad decir que es una realidad y no una enfermedad, que homosexualidad y heterosexualidad no son polos opuestos, sino cuestión de grados. Se afirma en estudios españoles que entre un 4-10% de la población son homosexuales, viven su sexualidad como una fuerte atracción erótica, unas veces preferencial y otras en exclusiva hacia personas del mismo sexo. Se experimentan como tal y eligen seguir con esa identidad porque es en torno a ella como han definido su personalidad.
Traigo las siguientes líneas recogidas del testimonio de una persona totalmente integrada en la sociedad, con una psicología sana y una vida plena.
“¿Cómo contar mi experiencia con la homosexualidad? ¿Cómo contar que tengo el pelo rizado o que uso zapatos del 42? Es una característica más de las muchas que forman parte de mi personalidad. La vivo con total naturalidad y no tiene más importancia que otras. Para mí, es una cosa normal.
¿Cómo y cuando me di cuenta de mi identidad sexual? Creo que, de un modo latente, desde mi niñez, siempre lo percibí. Me sentía más atraído por los chicos que por las chicas, me parecía mucho más atractivo un chaval que una chavala. Sin embargo, no encontraba el modo de darle salida. Me limitaba a saberlo, no a explorarlo, hasta que llegó el amor a mi vida. Me enamoré de un amigo de la pandilla y permaneció oculto durante meses, hasta que un día, con la naturalidad y normalidad con la que me tomo las cosas, se lo dije. Pensé que, de no sentir lo mismo que yo, tampoco había razón por la que sentirse ofendido, sino que por el contrario, podría tomarlo como un halago puesto que yo no pretendía nada, solo poner voz a mis sentimientos. Mi sorpresa fue que al contarle lo que me ocurría, me encontré que él sentía lo mismo por mí… Yo entendía que cuando uno se comporta de forma natural, recibe de vuelta la misma naturalidad.
Mi vida transcurrió como la de cualquier joven: estudié, participé de mis aficiones y mantuve mis amoríos de un modo normal, siempre de forma oculta, solo la vivía con la pareja que tuviese… hasta que los amigos empiezan a formar parte de esta peculiaridad de mi personalidad. De la misma forma que aceptaban mis gustos musicales diferentes ¿por qué no iban a aceptar que me pudiera enamorar de alguien del mismo sexo?
La homosexualidad para mí es algo que afronto con sencillez, con franqueza, como un hecho diferencial más de mi personalidad y pienso que cuando tú te aceptas y te muestras tal como eres la gente te acepta sin más”.
Ojalá tengamos la madurez de esta persona y sigamos avanzando en el conocimiento del ser humano desde el respeto y la empatia.
Normalidad y más normalidad y siempre normalidad.