Feliz día de Extremadura, orgulloso de mi tierra, de su historia, de sus ciudades y pueblos, de mi familia, amigos y paisanos.
Nos hemos acostumbrando a un ejercicio de la política en las que prima la expresión ocurrente y, en ocasiones, grosera que desprestigia al rival y que está exenta de explicaciones sobre los asuntos debatidos. Esto lo vemos casi a diario en los debates sobre política.
Extremadura ha avanzado y es palpable, tan solo hay que darse un paseo por nuestras calles o plazas, salir a las carreteras, ir a los hospitales o universidades, etc. para darse cuenta.
No es suficiente. Nos gustaría vivir en una región sin tanto desempleo, con condiciones de vida más dignas, con mejores medios de comunicación, con fábricas y tejido industrial…
Una región acogedora del necesitado y del que viene de fuera, que potenciase el desarrollo de todos sus miembros.
A mí, como extremeño, me preocupa vivir en una región de subvenciones, por otra parte, totalmente necesarias. Sería penoso si nuestro mayor esfuerzo lo dedicamos a la caza de la subvención para salir del paso y nos olvidamos de lo realmente importante: el presente que construye un futuro.
La historia demuestra nuestra capacidad de búsqueda, de integración en otras tierras y culturas, de acogida, de trabajo, de acomodación con lo que podemos conseguir, de espíritu de sacrificio…
Extremadura es tierra de encuentro y superación. Desde el poder que me da el ser uno más animo al diálogo, a la búsqueda de soluciones, a la realización de todos con condiciones de vida dignas.
No queremos limosnas ni subvenciones regaladas, queremos el reconocimiento de nuestro esfuerzo y el pleno desarrollo como región y como personas. En este desarrollo estamos todos, los que más tienen y los que menos, los que trabajan y los que están, por desgracia, desocupados, los más inteligentes y los menos, el sano y el enfermo.
Y será en el reparto cuando debamos tener en cuenta las desigualdades para ayudar más al que más lo necesita y quiero mencionar la realidad de las personas con diversidad funcional o mal llamadas discapacitadas que ven año tras año cómo se les olvida. La inclusión no será una realidad hasta que no se les proporcione los medios para una formación integrada y digna, abierta al mercado laboral. Extremadura debería ser la región de la Inclusión.