Unas horas antes de terminar este año me acuerdo de las familias que no tienen a ninguno de sus miembros trabajando. Traigo a estas líneas a los millones de jóvenes que ven con cierto asombro y tristeza la falta de trabajo. A los adolescentes y jóvenes que hacen del ocio continuado el sin sentido de sus existencias y en el que demasiados descubren el alcohol y las drogas como acompañantes de sus aburridos días.
También me afloran los rostros y recuerdos de los que nos dejaron, de los que afrontaron ya su despedida, su muerte. Por muchos años que pasen siguen estando presentes y más en las Navidades.
Mando mis ánimos a los que están sujetos a la enfermedad, a los que sufren dolores que se resisten a desaparecer, a los que padecen la incomprensión de los demás. A los que cierran la puerta de casa y se topan con la soledad. A los que soportan pesadillas por las guerras y a los padres que lloran por no poder reunir a la familia.
Doy las gracias a los profesionales que hacen posible que podamos disfrutar de las fiestas, a los sanitarios, bomberos y fuerzas y cuerpos de seguridad y a los muchos que dejo en el anonimato pero no en el olvido.
A todos os deseo unas felices fiestas, que el 2024 nos regale ilusiones renovadas, sentido al presente y proyectos para el futuro. Vida y salud.