La belleza es el segundo escalón de las ideas universales y eternas en la jerarquía del gran filósofo griego Platón, esas que están presentes en la totalidad de las facetas de las vidas de los nacidos. Es una de las cualidades de la existencia y hablamos, con matices variados, de guapos y guapas, de animales bonitos y de cosas preciosas, también de los paisajes alucinantes, de los relatos literarios y de las obras pictóricas increíbles, de las jugadas fantásticas, de los edificios únicos y majestuosos, de las canciones y melodías fabulosas e inolvidables, etc., es decir, de lo existente, tanto en el mundo de lo real y cotidiano como en el imaginario y fantaseado. La belleza se afirma del amor y de la persona amada, de la familia, padres y hermanos, de la amistad y los amigos, de la solidaridad y sus protagonistas, incluso, se proclama de la propia belleza.
La belleza te hipnotiza hasta perder la consciencia, te deleita en las formas y te lanza a su conquista sin miedo a nada y, por eso, hombres y mujeres continuamos atrayéndonos hasta constituir una sublime y apasionante evolución sin fin. Nadie puede resistirse a su poder de convocatoria, a su llamada embriagadora, a su susurro de enamorado. Lo que más nos encanta de ella es su carácter personal y lo que atrae a unos no lo hace a otros, pero afecta a la totalidad de seres. La belleza es grande y posibilita que el presente sea una hermosa realidad de la humanidad.
La belleza es infinita y eterna, diferente para cada persona y pueblo y no es válida en cualquier lugar y tiempo y eso la transforma en más bella e irresistible. Lo bonito en este período pudo ser motivo de rechazo en un pasado reciente, lo que encandiló hace unos años, pasa desapercibida en la actualidad y al revés. La historia ha tenido momentos, como la época antigua del esplendor griego, en las que se definieron teorías que intentaron explicarla y llegaron a formular las proporciones espaciales que resultaran admirables y atractivas para el que la contemplase, pero sirvieron para iluminar ese período.
Son tantos sus sinónimos que nos dejan perplejos y sin palabras. A la hermosura y preciosidad se le une la perfección y la divinidad, y se completa con lo atractivo y la seducción, para llegar a la grandiosidad y a la magnificencia. Pero no se reduce a eso porque también el pimpollo, la hermosura, la lindeza y lo agraciada son sinónimos.
Y llegamos a lo más noble de la belleza, según mi humilde manera de entender, que es lo ejemplar, lo virtuoso, lo que marca un estilo y un camino a conseguir. La belleza, en su amplio sentido, debe guiar el comportamiento y señalar gran parte de los objetivos de la vida que nos ha tocado en gracia y ello hay que entenderlo como camino para alcanzar la idea suprema, la cúspide de la pirámide de la vida, y alcanzar lo máximo a lo que se puede aspirar: el Bien.