Período en el que surgen infinidad de ilusiones y recuerdos para compartir. Mis primeros son para todas las personas con las que compartimos nuestras vidas: familias, amigos, compañeros de trabajo, compañeros de aulas y un largo etcétera. Algunas de ellas no están físicamente presentes, pero sus nombres habitan en cada uno de los poros de nuestra piel y del corazón. Sus ausencias nos duele, pero el amor sentido hacia ellos ilumina nuestros días.
Quiero compartir sonrisas de paz y de alegrías, brindis de esperanzas en un mundo más justo e igualitario, en el que sea una realidad contar con las oportunidades que cada uno necesite para desarrollarse y madurar como personas buenas. Eso es Navidad, el recuerdo vivo del nacimiento de Dios que nos lanza a comprometernos con nosotros mismos y con los demás, con los que están al lado y con los que no vemos. Es vida, trabajo desinteresado y gratuidad, lucha por un mundo mejor y nos sigue solicitando la valiosa colaboración para la que estamos capacitados.
No es momento para el desánimo y la tristeza. Estemos orgullosos de nuestras cunas, de las casas y de la tierra que nos ha visto crecer y salgamos adelante sin complejos.
En medio de los deseos persisten las enfermedades, los sufrimientos y dolores, las incomprensiones o las búsquedas infructuosas de un trabajo que no llega o no existe. A eso se añaden las luces de colores y los ruidos estridentes de ambulancias, de coches de bomberos o de policías que no entienden de descansos ni de navidades.
También siguen las manos tendidas de los que no tienen nada y buscan donativos para seguir adelante, está el que cierra la puerta de casa para encontrarse con la soledad o el que sube a su coche cargado de malos presentimientos sin saberlo. El miedo seguirá siendo el dueño de infinidad de sueños rotos por las bombas, la violencia, los abusos y tantas versiones de lo peor del ser humano. Surgirán lágrimas de pena de la soledad y del olvido. Llorarán los padres que no pudieron reunir a la familia.
La Navidad tiene la dicha de la metamorfosis, va cambiando de formas y sentidos con el transcurso del tiempo. Las primeras poseen la alegría de las vacaciones, de las comidas especiales y de las cabalgatas de los Reyes Magos, después hay años en los que predominan los recuerdos y la melancolía, el “qué poco me gustan estas fechas” y de nuevo se recupera la magia cuando aparecen niños en la familia. Y de esta manera nos cargamos de muestras de cariño y buenas palabras de felicidad, no solo para el presente sino para el año que está a punto de comenzar.
Feliz Navidad.