El año 2018 marca un antes y un después en la búsqueda de una igualdad real. Se realiza el llamado Paro Internacional de Mujeres coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Fue convocada por organizaciones feministas y aliadas de la lucha por los derechos de las mujeres en todo el mundo. Fue un día grande, con la adhesión de más de 170 países.
La movilización fue y es sacar a las calles las protestas justas y necesarias contra la violencia machista, la desigualdad de género y las distintas formas de opresión contra las mujeres. Pretendía hacer visible la situación de explotación que padecen las mujeres en la vida privada, familiar y socio laboral política.
Formo parte de este movimiento de protestas contra las injusticias asentadas y que son parte constitutiva de la sociedad. Es un movimiento de mujeres y de hombres que vivimos y estamos convencidos de que la historia pasada y presente les ha tratado y les trata como si fueran ciudadanos de segundo o tercer nivel. No es un movimiento político de ideologías ni de clases sociales ni culturales, aunque hay grupos que así lo pretenden. Si este Día Internacional de Mujeres se lo apropia un sector de la población, como parece que empieza a ser, será el primer paso para no alcanzar lo que tan justo y necesario es: la igualdad real.
Cuidado con los demagogos que confunden con palabras bonitas que encierran engaños simulados, sería la manera de dividir y ya sabemos el dicho popular y sabio: “divides y vencerás”. Tengo la triste impresión que es una realidad la división.
Rodeados de mujeres todos los días de mi vida. Nacido de mujer, compartiendo la vida con una mujer y padre de una mujer, hermano de mujeres, amigo de mujeres, profesor de mujeres y discípulo de mujeres, vecino de mujeres… No me entiendo sin las mujeres, forman parte de mi vida. Me siento hombre y mujer, persona, aunque la genética y la biología no lo confirman de esta manera, pero mi sentir, mi pensar y mi ver la vida no entienden de género ni de hormonas, entiende de seres humanos.
Por una igualdad real de las mujeres, de todas: derechas e izquierdas, de cualquier orientación sexual, raza y credo, de todos los niveles sociales y con las más diversas capacidades o falta de ellas.