Todas las graduaciones son importantes, pero hay una que me llama especialmente la atención por lo que significa en la vida del graduado y por ser una especie de rito de iniciación a la vida adulta, y es la que nos anuncia el inicio de la universidad.
Atrás se quedan muchas horas de clases, de esas que nos encantan y de las que nos resultan pesadas y tediosas, ya sea porque nuestra motivación o la propia materia no acompaña o porque el profesor no posee el don de la comunicación o de hacerlas interesantes. También son muchas las horas de estudios y tareas en la soledad de las habitaciones o en las concurridas bibliotecas. Y qué decir de las calificaciones, de cuando te dan la alegría de las buenas y las penas y dolores de las malas.
Dedico estas sentidas líneas a los estudiantes que festejan sus graduaciones, les deseo un feliz fin de ciclo y un ilusionante comienzo del nuevo.
A mis graduados, bachilleres que me acompañan en esta fotografía:
Dejadme deciros que Dios no hizo el mejor de los mundos posibles, el mejor está por llegar. Llegará el día en el que hombres y mujeres como vosotros deis el paso y os comprometáis en cambiar este mundo y hacer un mundo mejor, porque yo estoy convencido de que es posible. La ciencia, la religión, la política, la economía… no sirven para nada si no nos ayudan a hacer un mundo más justo y solidario.
Culmináis una etapa de este largo camino de formación y de educación, os vais acercando a la sabiduría, a ese sol que irradia de luz la vida de todos nosotros. No penséis que con llegar a vuestra meta se habrá cumplido el objetivo de vuestras vidas, no os equivoquéis. Cuando lleguéis a la meta que os fijasteis en estos años os daréis cuenta que os falta la vuelta, el devolver a la familia, a la sociedad todo lo que han hecho por vosotros.
No seáis de los que se conforman con sobrevivir, intentar disfrutar de la vida, ser vitalistas hasta en lo pequeño. Siempre desde parámetros saludables, que os hagan crecer como ciudadanos del mundo, de esos que se saltan las fronteras de lo pequeño. Manteneros en una constante autocrítica como camino de mejora continua, no os dejéis comer por esa razón dominada por los medios de comunicación, que hacen de la falta de crítica el uniformado sin personalidad.
Mis queridos compañeros de aprendizaje, mis queridas compañeras de la vida nunca olvidéis que vuestras vidas dependerán de vuestras decisiones, sois responsables de vuestras existencias. Si alguna vez tenéis tiempo y ganas, sabed que este “viejo profesor” estará encantado de pasar una tarde con vosotros. Mucho ánimo y adelante.
Y vieron los padres y las madres, los profesores y profesoras, el colegio, la Institución Hogar de Nazaret, Dios todo lo que habían hecho y he aquí que estaba muy bien.