Un juego de niños que no se pueda tocar por miedo a romperse sirve para muy poco. Una comida insípida y poco agraciada no es digna de un restaurante que pretende hacer de la excelencia su mejor carta de presentación. Un coche precioso y de diseño novedoso guardado en el garaje porque no arranca no cubre las expectativas del viajero.
Llevamos muchas semanas escuchando lo mismo en los informativos y tertulias de todas las cadenas de televisión y radio. Parlamento fraccionado, difícil de llegar a acuerdos. Se ha conseguido. Profecía autocumplida, no han sido capaces de acordar nada. La política con estos políticos ha muerto. Ahora a esperar a septiembre y si siguen bloqueados iniciaremos la movida de una nueva campaña electoral. Más gastos y reformas necesarias que no llegan.
No me gano la vida con la política, pero sí me considero político porque me interesan los asuntos de la sociedad. La política está para personas con capacidad de exponer sus ideas e inquietudes, de escuchar a los ciudadanos y al resto de las opciones políticas, y hacer del diálogo una de sus máximas diarias. Hacer política es llegar a acuerdos con el fin de que los ciudadanos vivan mejor, con más facilidades y menos problemas. Los políticos que no solucionan y sí generan problemas deben retirarse y dejar su puesto a otros. El objetivo de llegar a acuerdos no es salir en los medios de comunicación estrechando la mano del amigo o del que se parece a mí, es cumplir la misión recibida de los votantes para que mejoren la convivencia.
Deberíamos denunciar ante los tribunales de justicia la mala práctica de no pocos de nuestros políticos, más preocupados de sus asuntos partidistas y privados que de los de España. La economía y el mercado laboral, las relaciones de las comunidades autónomas con el Estado, el papel en Europa y una adecuada ley de educación no deben esperar más. Todos los partidos políticos y sus líderes han fracasado. No son capaces de dialogar y de poner el bien común por encima de sus egos y sillones. A mí me exige la ley, como psicólogo, un seguro de responsabilidad civil y ellos deberían tener un seguro de responsabilidad ciudadana para que las personas que padecemos sus errores fuésemos indemnizadas.
Los dirigentes no leerán estas líneas, pero me dirijo a ellos: Si usted es de los que anteponen los intereses personales y de partido a los de los ciudadanos, le pido que se vaya y deje tan noble profesión de servicio a los que tengan como prioridad el bien del pueblo, del país o de la nación… Esperamos reformas importantes para mejorar aspectos de la vida de todos y con ustedes no llegan.