El virus covid 19 ha reventado el sistema sanitario y el educativo y ha cambiado radicalmente la economía, empobreciéndola, y el estilo de vida, separándonos. Primeros días del estado de alarma y del confinamiento y un despierto y engrandecido sentido de la solidaridad en medio de una incertidumbre y preocupación colectiva. Semanas que pasan y la situación de desconcierto se empieza a aclarar y nuestro sentido solidario empieza una lenta disminución, hasta colocarse en zonas similares al estado de prealarma.
No son mis ideas culpabilizadoras ni quejosas. No voy a caer en descalificaciones. Mi reflexión en 5 ideas expresan creencias y sentimientos e invita a la propia reflexión, eso pretendo.
La primera es adulterar el sentido de justicia en las evaluaciones y calificaciones académicas. Reclamar subidas de notas porque todos lo hacen no me parece un criterio justo, aunque comprensible. No creo que igualar el esfuerzo con el no esfuerzo sea recomendable en un sistema educativo muy cuestionado.
La segunda es ver cómo la falta de autocrítica nos lleva a convertirnos en simples veletas que apuntan según el aire que sopla. Es una pena porque la autocrítica es base de crecimiento y vemos como caemos sistemáticamente en descalificaciones e insultos con respecto a todos aquellos que no son de nuestra cuerda ideológica y afectiva.
Mi siguiente aportación tiene mucho que ver con algo que nos sucede con frecuencia en nuestras vidas, los errores. Aceptar el error es el primer paso para salir de él. El segundo es pedir perdón y el tercero, procurar hacerlo bien.
La cuarta es una afirmación nacida de la evidencia vital: resulta imposible enterarse de lo que dicen los demás si se piensa y cree que se sabe todo y no se necesita aprender más. Necesitamos nuevas actitudes.
Esta quinta la hago con especial cariño y cuidado. Los principales responsables de una deficiente educación inclusiva somos los padres. No te molestes, por favor. Nos cuesta reconocerlo. Nos falta unión, sueños y confianza en nuestros hijos. Menuda fuerza tendríamos unidos.
La reflexión sosegada nos ayuda a aclarar nuestra identidad y a mantenerla, base fundamental de nuestra existencia.