Personas así engradecen este Universo. Gracias.
“Cuando era pequeño, mi madre me enseñó que no me tenía que fiar de las primeras impresiones y que no podía juzgar a una persona sin haberla conocido primero. Pero desgraciadamente todo el mundo no hace lo mismo. Soy un hombre que ha sufrido durante muchos años el desprecio y la humillación por parte de muchísima gente que ni siquiera me conocía. Cuando eres pequeño te coges una rabieta, lloras y se te pasa rápido. Pero llega una edad en la que no todo te da igual, que te afecta realmente.
Me ahorraré citar la retahíla de calificativos que me han puesto por peinarme distinto, por juntarme más con niñas que con niños cuando era pequeño, porque no me gustaba el fútbol y me encantaba la gimnasia rítmica, por ser buen estudiante y un largo etcétera. El que más daño me hacía: maricón.
Yo pedía a mis padres que por favor me dejaran ir a terminar la ESO en Badajoz. Pero ellos me reiteraron una y otra vez que esperara, que el tiempo y Dios ponen a cada uno en su sitio. Fue entonces cuando José María entró en mi vida. He de reconocer que al principio me costaba contarle todas estas cosas (no es agradable recordar todo el daño que me hicieron). Pero gracias a todo lo que le conté, me ayudó a salir del bache y a enfrentarme a una nueva etapa de mi vida.
Se acercaba el final de mi etapa en mi colegio de toda la vida y cambiarme al instituto. Mi temor era que los y las chicas me insultaran tanto como siempre. Y así pasó. Gente que era la primera vez que me veía me insultaba y yo lo único que hacía era preguntarme ¿por qué sin ni siquiera conocerme como soy me insultan y me humillan?
Gracias a los apoyos que he tenido conseguí tirar para adelante, terminar mis dos años de bachillerato y hacer la EBAU. Llega un momento en el que nos volvemos un poco más sensatos, y gente que me insultaba se me acercó, me conoció realmente y me llegaron a decir: “te hemos juzgado sin conocerte, y nos hemos dado cuenta de que eres una gran persona”.
A lo largo de este tiempo aprendí que las cosas que realmente me tenían que importar eran aquellas que me decían las personas que me quieren, no las palabras, insultos o humillaciones de personas que ni siquiera saben mi nombre!
Mi vida no ha sido un camino de rosas. He sufrido muchísimo, pero creo que gracias a ello soy la persona que soy, he alcanzado el grado de madurez que tengo y he aprendido muchas cosas (aunque a veces haya sido a base de lágrimas). Hoy vivo en Badajoz, estudio una carrera que me gusta y una futura profesión que adoro. Estoy rodeado de gente a la que quiero y sé con seguridad que ellos me quieren a mí tal y como soy”.