Pido la Paz para ti, Isaac. Pido que se haga justicia y que tu familia encuentre el consuelo en la esperanza y en la solidaridad. Los titulares de prensa recogieron que tenías síndrome de Asperger y aprovecho para reclamar la solidaridad que no siempre aparece cuando nos adentramos en el mundo llamado de las capacidades diferentes.
Me dirijo a ti en presente, porque tu existencia continúa en una nueva dimensión que se nos escapa. Eres joven Isaac y quiero decirte que ahora, en España, tenemos la suerte ganada y merecida de disfrutar de libertad aunque algunos no se han enterado aún. Ha costado mucho conseguirla. Muchos muertos, siempre demasiados, en ese proceso, en el que hoy te encuentras para dar nuevos impulsos a la convivencia en el respeto.
Tú sabes que es preciso tomar conciencia de la importancia del respeto y transformarlo en una habilidad social que nos ayude a mejorar el entendimiento colectivo, huyendo siempre del despotismo ideológico como el padecido en estos días.
Puedo ver la realidad de manera diferente a ti, sentir y pensar distinto, tener otras aficiones, mi vida puede caminar por derroteros que no coinciden con los tuyos. Puedo tener creencias no compartidas, aplaudir al equipo de otros colores o enamorarme de alguien de mi mismo sexo… pero somos personas y, por tanto, poseemos dignidad y debemos ser respetados.
Coincidir es secundario o terciario al gran reto de convivir en paz. Deberíamos tener más presente en nuestro diario que la dignidad, el tratamiento, no es algo que unos otorgan o quitan a otros. Uno es digno, no porque las leyes así lo hayan dictado, sino por el mero hecho de existir. A todos nos une el ser persona y desde ahí dimana su valor y cuando no se respeta nos convertimos en seres injustos, aunque sigamos siendo personas, como los que han terminado con tu vida física, joven Isaac.
Cuando una persona no respeta a otra y su mismidad, entonces se desautoriza y no basta con pedir perdón. Han de pararse a reflexionar para superar tanto desacierto y reparar el daño, en la medida de lo posible porque a ti no te van a devolver los latidos de la vida.
Todos tenemos el derecho a vivir nuestras vidas desde lo que somos, siempre que en nuestras formas y contenidos no dañemos el crecimiento propio ni el ajeno. Podemos dialogar, expresar nuestras diferencias, pero ambos interlocutores gozamos del derecho de seguir creciendo.
Isaac pido para ti y tu familia Paz y Vida.
Aprovecho para recordar al chico con autismo agredido por una manada en Pontedeume. Respeto y salud para todos.