Tenía la idea de sacar esta reflexión el día 3 de diciembre que es el día que nos han asignado aquellos que no saben lo que queremos. Dicen que es el día internacional de la discapacidad y no soy discapacitado, soy como soy, por eso esta reflexión la saco hoy y me niego a hacerme eco de ningún día discriminatorio. Gracias por darnos un día, pero los queremos todos.
Salgamos a las calles porque somos libres y con el derecho a hacerlo para gritar a los cuatro vientos que me quiero como soy y estoy feliz de ser así. Salgamos a las calles para sentarnos en una terraza a tomar algo o para ir a comprar lo que necesitemos o para coger el autobús que nos lleve al cine o a la pista del polideportivo.
Salgamos a las calles desde donde dirigirnos a las aulas del colegio o del instituto o de la universidad, del centro educativo que queramos y podamos por nuestros intereses y posibilidades. Caminemos por donde queramos, recemos si así lo sentimos, bailemos en las salas de fiestas, riamos en los parques o cantemos un cumpleaños feliz de algún amigo. Dejemos que nuestro corazón, nuestra mente y espíritu se enamoren y se ilusionen con otra persona. Miremos las tiendas para entrar y leamos las cartas de menú para pedir lo que nos apetezca.
Salgamos a las calles para apuntarnos al paro, para solicitar trabajo, para dirigirnos al empleo ganado con nuestros esfuerzos. Vayamos a los colegios electorales a ejercer nuestro derecho arrebatado al voto. Curiosa la preocupación de que seamos manipulados y no atienden a tanta manipulación como han padecido los pueblos a lo largo de la historia y en la actualidad.
No etiquetemos, ni valoremos con tanta superficialidad a los demás y exijamos que nos traten de igual manera. Yo soy un ser humano, hombre o mujer, con mis sueños e ilusiones, con miedos y dificultades, con deberes a cumplir y derechos a disfrutar, con familiares y amigos, con muchas positividades y algunas negatividades, con capacidades y deficiencias…como tú. No soy más que tú pero tampoco menos. No me das pena y yo tampoco quiero darte pena. Te respeto en lo que eres y quiero que me respetes en lo que soy.
Salgamos a las calles para volver a entrar porque en la vida se sale y se entra. Acompáñame en esta hermosa aventura de la vida y yo te acompaño, como dos seres libres que desean ser felices.