La sonrisa es esa expresión del rostro que resume y transmite infinidad de emociones, pensamientos. Nos abre las puertas para salir al exterior y para que éste entre en nosotros. Comparte intimidades, sensaciones, ideas y creencias con la sensibilidad y grandeza de saberse humano.
La que más complicidad me produce es la sonrisa transparente, la que nos muestra la paz interna de la persona. Es la sonrisa espontánea, sencilla, natural, sin controles de ningún tipo. Crea una aureola de serenidad y de alegría a su alrededor y tiene el poder de conectar con el otro. Es la sonrisa que despierta vida y genera bienestar.
Un claro ejemplo es la de esta joven adolescente, Andrea, que tengo la satisfacción de conocer y que nos deja entrever la grandeza de toda una familia.
Tenemos la sonrisa auto protectora. Es muy necesariapara protegernos del exterior, salvaguarda nuestra intimidad que no desea ser compartida y se somete a las leyes más estrictas de la confidencialidad, del secreto. Es forzada,social y muy terapéutica. Nunca es falsa, aunque sea fingida. No pretende engañar, si desviar al atención.
También está la que comparte con la propia mirada la complicidad del engaño. Es la que tergiversa, confunde y genera desconfianza. Es la que esconde la maldad, el deseo de hacer daño.
Las dos primeras de maneras diferentes y necesarias enriquecen al ser humano. La primera lo hace crecer en bondad y santidad, la segunda en sociabilidad aún en las dificultades de la vida. Sonriamos más y nos sentiremos mejor.
La tercera forma parte de ese entramado neuronal que nos lleva al egoísmo y a la nebulosa de la falsedad y que dejamos para otro momento por no enturbiar la hermosa sonrisa que da color a esta breve reflexión.