Escribo las siguientes líneas con pena y rabia. Hinchas del equipo Nacional de Uruguay imitaron la caída de un avión, en una clara provocación a los simpatizantes del Chapecoense, durante el partido que enfrentó a ambos equipos en la fase previa de la Copa Libertadores, según se ven en un vídeo publicado en la prensa brasileña.
Todos deberíamos saber que vida y muerte son los extremos de la existencia humana, con duración indeterminada y dependiente de variables genéticas y ambientales. La vida nos habla de nacimiento, amor, gratuidad, esfuerzo, entrega y sacrificio, alegrías y sonrisas, sufrimiento y lágrimas y la muerte nos llena de tristeza, enfermedades, dolores, recuerdos y sueños, esperanzas y creencias en una realidad eterna prometida y desconocida.
Entre ambos puntos se consumen y desarrollan los años en este mundo, algunos llegarán a la vejez y los habrá que se queden antes, pero todos moriremos. La mayoría de las muertes llegan por agotamiento de la vida; muchas, como las que inspiran estas palabras, son por accidentes y otras, siempre excesivas, son porque unos desaprensivos nos la roban.
Por suerte no se encuentra la fórmula que nos diga los años que estaremos en este mundo, pero tenemos pasado y presente y un futuro incierto y entre lo que pensamos, sentimos y actuamos cometemos fallos y estupideces. Nadie se libra de cometerlas y es posible que esté en la esencia de los hombres y mujeres. Me resulta evidente que las tonterías habladas, escritas o realizadas deben ser menores a medida que nos hacemos mayores, y cuando esto es al revés, y las estupideces aumentan con los años entonces nos encontramos ante personas inconscientes o malintencionadas.
Ni el lugar de nacimiento, ni el sexo, ni la profesión o el color de la piel son para hacer burlas o bromas y menos si el tema es la muerte, y mucho menos si es la muerte accidental de inocentes, como es el caso.
Creíamos avanzar como seres inteligentes y afectivos, pero entre los que hacen burlas a los muertos, o escriben macabras frases en las redes sociales mencionando atentados, o los que no respetan las reglas sociales es para desanimarse.
Cuando alguien no respeta a los muertos no es digno de sentarse con los demás, aunque sea para presenciar una competición deportiva. Dedico estas líneas a los 71 fallecidos y a los seis supervivientes del accidente del Chapecoense y a todas sus familias y amigos.