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Obsolescencia no programada de Pet Shop Boys

Entra a escena el sol, el buen tiempo y, con él de la mano, las terrazas comienzan a poblarse en casi todos los rincones de ciudades españolas. Este escenario es el preludio de la reapertura de la temporada de festivales de música en Europa y, por supuesto, uno de los puntos álgidos y de mayor representación es España.

 

Uno de los más madrugadores de la península es el Contempopránea de Badajoz que, sin ánimo de fagocitar el certamen de Alburquerque, se ha llevado la mayoría de  elogios. Primero, por su organización. Segundo, por su contexto histórico. La Alcazaba es el patrimonio histórico más emblemático de la ciudad pacense y un marco espectacular para presentar a sus turistas. Y, tercero, porque Pet Shop Boys encabezaba el cartel del primer envite al festival, en el concierto que abría su gira española.

 

El dúo británico no entiende de generaciones, de edades, de sexos ni de estilos. A veces más cercanos al pop, otros al dance y, últimamente, a la electrónica más moderna. En un paisaje donde la escena independiente acapara la mayoría de protagonismo en los festivales, los Pet Shop Boys tienen un lugar privilegiado acotado para desempeñar su espectáculo de juego de luces, de audiovisuales y de macrodiscoteca improvisada al aire libre.

 

Chris Lowe (teclista) y Neil Tennant (vocalista) no aparentan sus casi y recién pasadas seis décadas de vida, respectivamente. No sólo por su aspecto físico, también por su manera de afrontar los conciertos y porque, por momentos, la voz de Tennant parece haberse congelado en el tiempo, sin ningún tipo de alteración sonora. Llevan más de treinta años juntos y colaborando con diferentes proyectos. El ADN de la formación es innegociable, pero han debido pasar muchos baches para llegar a lo que son hoy: unas de las figuras más representativas de la música pop, en general, y de la electrónica, en particular.

 

Sentimientos encontrados

Los perenne Pet Shop Boys fueron los más alabados por la crítica de su época con una música traviesa, inteligente y bailable. Nunca fueron apátridas del movimiento que comenzaron a liderar en los años 80’s. Siempre permanecieron un pasito por delante de sus coetáneos. El dúo británico navegó por el siempre cambiante panorama del dance pop moderno. De la música disco sellaron, además, su propia imagen distintiva, siempre travistiéndose sobre los escenarios. Satíricos e irreverentes, también trascendieron lo efímero de su arte, ofrecieron letras pensativas, de nivel cultural, a través de ritmos mecanizados.

 

El encuentro fortuito fue en agosto de 1981, en Londres, cuando Tennant, que previamente editó los comics de Marvel y había ganado fama por trabajar de reportero en el Smash Hits Magazine, conoció a Lowe en una tienda de electrónica que, por aquel entonces, era estudiante de arquitectura y cinco años menor que Tennat. Descubrieron su pasión compartida por la música dance y los sintetizadores e, inmediatamente, decidieron formar una banda. En honor a unos amigos que trabajaban en una tienda de animales, surgió llamarse Pet Shop Boys (Los Chicos de la tienda de animales). Además, en el propio nombre se hacía un guiño a los grupos de la cultura del hip hop de los años 80’s, que estaban irrumpiendo con una fuerza en New York.

 

La carrera del binomio electrónico despegó en 1983, cuando Tennant conoció al productor Bobby “O” Orlando,  mientras investigaba para uno de sus artículos para el periódico en el que trabajaba.  Orlando produjo el primer single de Pet Shop Boys en 1984, ‘West End Girls’, más aclamado en Estados Unidos que en su propio país, aunque tampoco con mucho éxito.  El siguiente, ‘One More Chance’, siguió el mismo camino.

 

El ‘cover’ de Elvis, vital

Después de no atraer al público con su tercer single ‘Opportuneties’, el futuro de la formación parecía muy triste, pero lanzaron una nueva versión del primer single, producido por Stephen Hague, que se convirtió en un éxito internacional. En 1986 publicaron su primer disco, ‘Please’, que les guió directamente al top 10 de las listas de ventas. Con el beneplácito del mercado, relanzaron ‘Opportunities’ que, en esta ocasión, se convertiría en un pelotazo.

 

Al año siguiente, aprovecharon su momento de gracia y publicaron ‘Actually’, que llevó dos temas del disco a lo más alto de las ventas. Ese mismo curso, editaron ‘Always on my Mind’, una versión de Elvis Presley que convirtió a Pet Shop Boys en número 1 en varios países y provocó su entrada en el top 10 en Estados Unidos. Ya en 1988 los ingleses lanzaron su tercer disco de estudio, ‘Introspective’, formado por varias canciones que se convirtieron en himnos generacionales, como ‘Domino Dancing’ o ‘Left to my own devices’.

 

Su reputación fue creciendo, hasta tal punto que llegaron a producir a Dusty Springfield, Liza Minnelli y formaron un grupo de música llamado Electronic, con Bernard Summer (líder de New Order) y Johnny Marr (guitarrista de The Smiths). En 1990 volvieron a reunirse para grabar ‘Behaviour’, previo al disco más sobrio, nítico, aclamado y serio, según la crítica, ‘Very’.  Tres años más tarde resurgieron con ‘Bilingual’, una expansión fundida a los ritmos latinos.

 

En 1999, gracias a la canción ‘New York City Boy’, del disco ‘Nightlive’, consiguieron firmar su primer tour, en ocho años, por Estados Unidos. Durante esa gira, colaboraron con Jonathan Harvey en un musical, de temática homosexual y repleto de críticas sociales que alabó la prensa en general.

 

Referentes culturales

Poco después, lograrían una de sus mejores hazañas, sin duda. Produjeron la banda sonora de una de las películas más prestigiosas del cine mudo, ‘El Acorazado Potemkin’, del soviético Serguei M. Eisenstein (1925). En 2009 grabaron ‘Yes’, con temas más delicados en la producción y riesgo en los detalles técnicos. En 2012 dieron a luz algunas caras b y la canción ‘Winner’, tema que interpretaron en los Juegos Olímpicos de Londres, en ese mismo año. Pista que fue recogida en su disco ‘Elysium’.

 

Stuart Price (Madonna, Seal o Kylie Minogue) produjo el que, hasta hoy, es su última obra, ‘Electric’, repleto de temas de pista de baile, sin baladas. Seguramente, el disco más elocuente, directo y moderno con el que podrían esquilmar a cualquier producción de DJ actual. Una trayectoria brillante que bien podrían haber consumado el año pasado, tras haber actuado en el Royal Albert Hall con la BBC Concert Orchestra.

 

Pero no, Pet Shop Boys no se cansan. No se aburren. No se quedan obsoletos. Siguen siendo uno de los pioneros en la música electrónica, pero se reinventan con el paso de los años. No sólo su espectáculo es futurista. Su música también lo es. Ellos quieren guiar y enseñar el camino a los más jóvenes, pero también quieren aprender de ellos. Quieren seguir aprendiendo de ellos. Quieren seguir siendo ellos. Queda Pet Shop Boys para rato.

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Como de fútbol sabe y opina todo el mundo, he decidido hablar de lo que opina todo el mundo y nadie sabe: música. No busquéis en mí una excepción, pero sí una muestra


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