Los caminantes seguirán el sendero oculto de las corujas en aquella noche en la que la luna mostraba, con timidez, la mitad de su cara. El aire era cálido y la luz bañaba los extensos mares arados de tierra, adornados por la elegante silueta de las encinas que rodeaban Olivenza. El secreto sólo sería desvelado para aquellos que creyeran en la existencia de aquel lugar misterioso. Todos los que quieran participar recorrerían un camino inhóspito que jamás volverían a pisar y, al llegar, no encontrarían palabras para describir lo hallarían allí.

Sólo aquella noche del 29 de junio, con la luna en cuarto menguante, sería posible vivir el sueño de contemplar algo que nuestros ojos no habrían visto jamás. Y los lagartos, ya convertidos de nuevo en humanos, tenían la llave para cruzar la puerta invisible que llevaba allí, donde las corujas replegaban sus alas y se posaban para vivir, durante unas horas, una ilusión convertida en una fantástica realidad. El sendero estaba trazado, pero se borraría al salir el sol y todos los que no lo siguieran aquella noche, no tendrían nunca más la oportunidad de descubrirlo.

MÁS INFORMACIÓN – La inscripción ha quedado cerrada esta semana con 516 caminantes inscritos. El club agradece a todos los participantes el intererés mostrado por esta nueva actividad.