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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

Yo quería ser futbolista

Cuando era pequeña me preguntaban: ¿Qué quieres ser de mayor? Y yo decía: Futbolista. Crecí con un balón en los pies, rodeada de niños. A mi abuela le daba vergüenza ir por la calle conmigo. Le decían: ¡Qué mayor está tu nietecito! Yo tenía el pelo al tazón y vestía con chándal, me parecía al niño de “Solo en casa 2”. Odiaba las barbies, los juegos de cocina y los de mamás y papás, yo siempre era la mascota.

No poder cumplir mi sueño de ser futbolista es una frustración que siempre llevo conmigo. Suena raro que yo diga esto, ya que mi infancia no me cae muy lejos, pero ser chica y jugar al fútbol no estaba bien visto a mí alrededor. Y más en Arroyo de la Luz, donde todas las chicas parecíamos predestinadas en nuestra infancia a jugar al voleibol. Así acabé yo.

El deporte ha marcado mi vida. Estuve a punto de estudiar Ciencias del Deporte, pero una de las causas de que estudiara Filología fue esta: al comenzar 2º de Bachillerato me apunté al gimnasio. Iba todas las tardes dos horas y cogí tal vicio que estudiaba allí, mientras pedaleaba en la bicicleta estática o subía y bajaba en el step. Imagínense mis notas: en el primer trimestre suspendí seis, en el segundo, cuatro, y en el tercero, tres.

Conocí la literatura universal durante el verano, tras dejar el gimnasio y estudiar en el escritorio de mi habitación, como debía haber hecho a lo largo del año.

Hasta hace poco, podía considerarme una chica sana: hacía deporte, odiaba el tabaco y no consumía bebidas alcohólicas. Presumía de ser así. Hace más o menos año y medio que no puedo.

Desde que voy a la Universidad, el único deporte que hago es el sprint de por las mañanas a las 8 para coger el autobús. El tabaco sigo odiándolo como siempre. Supongo que me tiene marcada el olor a nicotina desde bien pequeña, cuando me levantaba para ir a la escuela y ya estaba mi madre con el cigarro en la mano. Sin embargo, algo que antes odiaba como era el alcohol, ahora reconozco que en su justa medida lo recomiendo. Es un conector social único.

Los sábados por la noche, yo soy de las que hace botellón en el polígono de su pueblo. Voy con mi grupo de amigas, esas a las que no soportaba cuando jugaban a las mamás y a los papás, cargadas con calimocho y bolsas de hielo. Ya no llevo el pelo al tazón, ni visto con chándal.

Siento que vivo en dos mundos opuestos: después de tanta entrevista y tantas conversaciones con Alonso de la Torre, podría tener una valoración personal del vino extremeño, podría enumerar diferentes tipos de uva, podría atreverme a regalar un Ribera del Guadiana, como pregunta Alonso a sus entrevistados en la parte de ADN de “Mira quién habla”, y sin embargo, los sábados por la noche, me encuentro bebiendo de un cartón vino Don Simón, como el que utiliza para cocinar mi madre.

Lo malo de acompañar al señor de los vinos es que, como él tiene que conducir, yo bebo por dos. Eso nos ocurrió en la entrevista con Francisco Moreno, que al terminar fuimos a un bar y tomamos Vigua en mi honor, por ser un vino para gente joven. No les puedo contar mucho más, tengo lagunas de aquel día.

El viernes pasado, me volvió a suceder algo similar. Fuimos a grabar un Cáceres Insólita a Jerez de los Caballeros. Esta vez no bebí con Francisco Moreno, sino con Vidal Julio, El Arroyano, quien me confesó hace poco, en la presentación de Hoy Arroyo de la Luz, que últimamente me ve más que a su mujer.

  Les recomiendo que vean el reportaje, qué voy a decir yo que lo he grabado. No va de vino, sino de jamón. Sin embargo, en Jerez, empecé con una caña y acabé con un vaso de vino en la mano.

Yo, que presumía de no beber…

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Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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