>

Blogs

Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

La feria: Alonso y los camellos

Este sábado, Alonso de la Torre será el hombre más envidiado por todos los cacereños. Bueno, gracias a nuestra página de Facebook, Cáceres Insólita, ya lo está siendo. Alonso, esta semana, no come jamón en Jerez de los Caballeros ni patatera en Malpartida; no baila junto a Paquirrín, no compra un cilicio… Aunque si lo que vivió el miércoles le hubiera pasado cuando era adolescente, y utilizaba ese instrumento para mortificarse, habría tenido que emplearlo esa noche al volver a casa, seguro.

Alonso tiene la virtud de saber cuáles son sus posibilidades. Creo que esa es la razón principal de que el miércoles no perdiera la cabeza y me dejara sola en la feria. Él tiene a dos chicas guapas entre “sus brazos” y no se pone empalagoso ni baboso, no se crece ni empieza a presumir.

Dos chicas altas, atractivas, paseando por la feria como si aquello fuera una piscina. Los hombres se acercaban a ellas, las piropeaban y les sacaban fotos. Todo es una tapadera, una manera de captar clientes por parte de las casetas. Alonso lo sabe, por eso termina de grabar con ellas, y a pesar de que yo no voy tan ligera de ropa, prefiere venirse conmigo a tomar un helado. Y la gente, que lo ve tan sonriente en las fotos, tan bien acompañado, aunque sea una farsa,  lo envidia.

Creo que desde este miércoles, los boys ya no van a ser mi centro de atención en las fiestas. A mí, que me encantaba decirles tonterías con cuatro copas encima. A veces mi cabeza se olvidaba de la música, mi cuerpo dejaba de bailar y soñaba con el suyo. Y el miércoles, así, sin venir a cuento, Alonso y yo grabamos con un boy, medio desnudo, a torso descubierto, y yo ya no sueño con su cuerpo, sino que veo a una persona fría, con mucho músculo, sí, y que baila muy bien, pero que no transmite emoción al hablar.

 Alonso y yo no disfrutamos entrando en las casetas. Nos molesta la música alta porque no podemos hablar. Si no hemos bebido -él nunca lo hace- preferimos no bailar. A Alonso le encanta la tómbola, y yo reconozco que me desespera. Él se emociona, abre las papeletas con mucha intriga y me vacila: ¿Qué prefieres llevarle a tu madre, un juego de cuchillos o una plancha? Y hasta que no consigue sus propósitos, no para. Yo le vacilo: “Si le llevo una plancha a mi madre para darle más trabajo, me la tira a la cabeza”.

A mí me encantan las atracciones con mucho riesgo, pero Alonso dice que a él no le gusta sufrir. Yo me dejo llevar por sus gustos de abuelito, saco mi faceta infantil y me comporto como si fuera su nieta. Alonso no es yonqui, aunque en la feria lo parece por su manera de buscar camellos. Le encanta jugar a lanzar bolas a unos agujeros para ganar la carrera y que su camello llegue el primero. Yo miro a lo lejos y veo las casetas con boys, los jóvenes haciendo botellón, las atracciones de riesgo y, sin embargo, prefiero disfrutar con la inocencia y la ternura que me provoca Alonso, ese hombre tan envidiado por todos cuando graba abrazado a chicas medio desnudas, pero que cuando termina, no presume, se olvida del tema y se viene conmigo a tomar un helado y a jugar a las carreras de camellos.

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


junio 2012
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930