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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

Compitiendo por las optativas

Hoy termina el plazo para matricularse en mi facultad. ¡Por fin! Desde el día 2 de este mes que empezó, ha sido un calvario para administrativos, profesores y alumnos.

Este comienzo de curso ha sido una competición para los estudiantes que teníamos que elegir asignaturas optativas. Veías que llegaba tu día de matriculación y se iban agotando las plazas disponibles para las asignaturas que te gustaban. Estabas en casa o de fiesta con la alarma puesta a las doce de la noche que comenzaba el plazo, para ser el primero en entrar en la página web de la automatrícula y asegurarte que nadie te quitase tu optativa preferida. Yo, por desgracia, me quedé sin ella. Después de ir corriendo el sábado desde la Parte Antigua hasta el Puente San Francisco por donde vive una amiga, no había plazas. Aunque lo peor no fue eso, sino que la página web no nos dejaba matricularnos a alumnos que cambiábamos de idioma, como era mi caso.

Aquí entra la segunda parte del problema. Esta semana la secretaría de la facultad parecía la Administración de Lotería de Doña Manolita en Madrid días antes del Sorteo de Navidad, con unas colas tremendas. No solo ha habido problemas con el cambio de idioma, sino también con las becas. Al elegir las optativas tenías que marcar en una pestañita que apenas se veía, el curso al que accedías, sino aparecía que estabas matriculado en 48 créditos y no optabas a beca. Los primeros en matricularse fueron profetas. Algo malo tenía que tener sacar las mejores notas.

Por otra parte, los profesores no sabían cuántos alumnos tenían en clase y habíamos empezado ya hacía tres semanas. Estaban explicando el temario y de repente se levantaban alumnos que tenían que marcharse a solucionar sus problemas o entraban otros que venían de arreglarlos. Los que daban optativas con plazo limitado eran abordados en el pasillo por los alumnos para ver si habían aumentado las plazas. Sin embargo, todo estaba muy desorganizado, porque el profesor te decía que habían puesto plazo ilimitado y llegabas a secretaría y te decían que no había plazas.

Hoy termina todo eso. La semana que viene los pasillos estarán en calma y la cafetería petada. Unos estaremos más conformes, otros menos, pero podremos salir por la noche o dormir tranquilamente sin esperar una hora determinada para competir por nuestros intereses.

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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