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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

Érase una chica a un móvil pegada

Si Góngora era un hombre a una nariz pegado, yo soy una chica pegada a su teléfono móvil. Probablemente, mi móvil no tenga las grandes dimensiones que la nariz de la que nos habla Quevedo, pues los de última generación, más que parecer un elefante boca arriba, un espolón, un peje espada o las pirámides de Egipto, son pequeños y extrafinos.

Si en el Siglo de Oro el lenguaje que funcionaba era el literario, hoy triunfa el de las redes sociales, la claridad por encima de la ironía. Vivimos en la época de “decir las cosas a la cara”. Hasta hace poco, yo estaba enganchada a las conversaciones públicas de twitter entre José Manuel Gordillo, redactor de la cadena COPE y tertuliano de Canal Extremadura Televisión, y Víctor Cascos, parlamentario autonómico de Izquierda Unida. Eran muy entretenidas y me recordaban a Quevedo y a Góngora porque siempre utilizaban un lenguaje correcto y educado, inteligencia e ironía.

A veces siento que vivo en medio de dos mundos divergentes. Estoy enganchada al móvil porque tengo tuenti, twitter, facebook, skype, whatsApp, sónico, netlog, instagram… y un largo etcétera. Soy de esas personas que van por la calle esquivando obstáculos sin despegar la mirada de la pantalla, que hace deporte con el móvil en la mano, que le encanta ver lo que están haciendo en ese mismo instante sus amigos o personas que tienen una vida interesante. Y me muevo entre esos dos mundos: el de mis amigas, jóvenes, que hablan de fiestas, de la ropa que se van a poner, de los zapatos que se compran, de los exámenes que tienen, de lo poco que han dormido… y el mundo de la información, el de la gente madura, con los pies en la tierra, al que le interesa saber qué sucede cada día y dar su opinión, al que le gusta hacer una crítica de la actualidad política o subir una foto mostrándonos un paisaje que muchos nunca llegaremos a conocer.

Ahora, contactar con una persona, saber dónde vive o dónde está en un preciso momento es muy sencillo. “¿Tienes WhatsApp?” se ha convertido en el eufemismo de: “¿Me das tu número de teléfono?”. Y Google Maps te ayuda a localizar o a enviar tu localización por si te pierdes y te tienen que buscar. A mí una vez me sucedió y fue muy eficaz. También hay una aplicación muy interesante para personas a las que nos encanta perdernos por las ciudades y descubrir cosas nuevas, pero con seguridad. Se llama Sitios. Te lleva a bares, restaurantes, parques, tiendas, monumentos, hospitales… Este verano, quería hacerme un tatuaje en una ciudad que no conocía y gracias a esta aplicación llegué a varias tiendas. Mi tobillo lo certifica.

Creo que si Góngora hubiera vivido en esta época, no sería un hombre a una nariz pegado, sino más bien, con una nariz estampada. El otro día, subiendo a la montaña, mientras hacía fotos con instagram, las retocaba y las subía, di un mal paso y caí de frente contra el suelo. ¡Menudo narizazo! Si llega a verme un Quevedo del siglo XXI más que escribirme una poesía, me hace una foto y la sube a twitter. 

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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