El pasado martes, al volver a Cáceres en autobús, me encontré en la parada de Arroyo con una amiga cacereña que había ido a ver a sus abuelos a mi pueblo. Hacía mucho tiempo que no la veía, desde que se fue este verano a trabajar a Galicia. Sara es de esas amigas que aguantan hasta el final en las fiestas y no tienes ni un minuto de aburrimiento con ella. Ya desde bien pequeñas, con 14 o 15 años, en la discoteca móvil de Arroyo, éramos las únicas de mis amigas que siempre aguantábamos hasta los toros y el chocolate con churros.
Tras una larga conversación sentadas juntas en el autobús, poniéndonos al día de nuestras vidas, decidimos que era hora de retomar aquellos adolescentes años en los que salíamos juntas y llegábamos a casa a las siete de la mañana sin sostenernos en pie.
Anoche hicimos la prueba. La idea era ir a tomar un par de cañas a un bar barato, pero poco a poco nos fuimos desmadrando. Tras la primera cerveza en la Plaza Marrón, nos animamos tanto que acabamos en un Eroski Center comprando botellón. Por 2,10€ cogimos una litrona y una botella de sidra el Gaitero. Después, pasamos por Felipe, el famoso chino de la Cruz, y compramos dos vasos de tubo de plástico a 20 céntimos cada uno. Por dos euros y medio hicimos un buen botellón low cost. Terminamos en la Plaza de las Veletas, sentadas en unas escaleras pringándonos las manos y riéndonos mientras intentábamos que la sidra rompiera en el vaso.
Desde las siete y media que habíamos salido, tras tanto beber, el cuerpo nos pedía comida. Y qué mejor que terminar un botellón low cost en el Bucanero, tomándonos una hamburguesa de carne y huevo más una cerveza por 2,10€. Así lo hicimos, íbamos por la Parte Antigua de Cáceres de lado a lado, intentando hacernos fotos aprovechando la luz de las farolas. Los turistas nocturnos se reían de nosotras. Nos costó llegar a la Madrila Alta a por nuestra cena.
Mientras nos atendían, hicimos cuentas de lo barata que nos había salido la noche: menos de cinco euros. A ese precio, esta noche volvemos a salir juntas.