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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

Soy adicta a Instagram

Mi ojo se ha convertido en un objetivo. Desde que vivo en Cáceres, cada calle que cruzo, cada parque por el que paseo, cada acción que emprendo, son motivo de una fotografía. Tanto es así, que la mitad de las aplicaciones de mi móvil, esas que poco a poco me lo han ido bloqueando hasta el punto de que le cargo la batería y no pasa del 20%, se llaman RetroCamera, Ucam, Pudding Camera, Photo art, Pics Art… y por supuesto, no podía faltar Instagram.

Empecé una mañana temprano, cuando a las 8:30 estaba esperando a mis compañeras de clase para coger el autobús urbano y me mandaron un mensaje para decirme que no iban. En vez de ser responsable e irme a la facultad, me subí a la montaña y fui fotografiando con mi móvil todo lo que veía, a la vez que iba subiendo las fotos a Instagram. Lo que más me gusta de esa aplicación es que me ahorra trabajo, me facilita subirlas a Twitter y Facebook.

Desde ese día, al menos un par de veces por semana, salgo a pasear y a hacer fotografías. Sin embargo, como mi móvil ya no da más de sí, apenas me permite llamar, me he comprado una cámara réflex. Y me gusta, me gusta mucho, me tiene emocionada, con ganas de salir a todas horas de casa a congelar imágenes de esta ciudad que tanto me fascina, pero por otra parte he perdido la esencia de hacer fotos y subirlas al instante, segundos después de haberlas realizado, desde el mismo lugar. Ahora tengo que llegar a casa, meterlas en el portátil, elegir las mejores entre una amplia gama, pasarlas al tablet, o al móvil, siempre conectado a la luz, si no, no funciona, y subirlas a Instagram.

Hoy me voy a Sevilla a pasar el puente y a comprobar con mi cámara nueva si es verdad que tiene un color especial. La pena es que hasta por la noche que llegue al hotel, y si el wifi funciona, que yo para estas cosas siempre tengo muy mala suerte y a la habitación pocas veces me llega bien la señal, no podré subir las fotos a la red. Un buen invento para esta época digital en la que vivimos, sería poner un botón de acceso a Instagram en todas las cámaras. No se perdería la esencia de sacar las fotos a la luz en el instante en el que se realizan.

 

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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