Tengo miedo. Por una parte me ha parecido valiente la actuación del Papa Benedicto XVI ‘dimitiendo’, pero por otra parte, me ha asustado un poco. Me gustaba Ratzinger por su carácter alemán, extremadamente frío, su seriedad. Aportaba a la iglesia un toque más intelectual, menos dicharachero. Me gustaba sobre todo porque los jóvenes no se sentían tan atraídos por su manera de ser y se distanciaban de la iglesia.
En cambio, Juan Pablo II nunca me convenció. Un Papa capaz de bailar por llamar la atención de los jóvenes, por captar miradas, por ilusionar acercándose a saludar. Un Papa muy peligroso, más por su cercanía, por sus viajes y por su populismo arrollador que por su doctrina. Un ser demasiado extrovertido, al que Benedicto XVI, un hombre más de pensamiento que de actuación, nunca ha conseguido igualar.
Me hubiera gustado que Benedicto XVI no hubiera renunciado a su cargo. Si Rouco Valera se ha alegrado, por algo será. Creo que la iglesia se estaba viendo fuera de juego y va a intentar recuperar el populismo que tantos fieles le hizo ganar. Ojalá me equivoque. Tengo miedo.