Llevo un mes esperando que salga una beca para irme un mes a Galicia a aprender gallego en verano. Estaba muy ilusionada, empezaba a soñar ya con visitar la catedral de Santiago, con ir a ver Riazor, el estadio del Deportivo de la Coruña, o Balaídos, el estadio del Celta de Vigo, visitar la casa donde vivió Rosalía de Castro, escuchar la gaita gallega, hartarme de marisco, probar el pulpo a la gallega… y para finalizar, no podía faltar visitar las Islas Cíes, donde se encuentra la mejor playa del mundo, la Playa de Rodas, según el periódico The Guardian.
Pero ya nada de esto va a ser posible, y todo por culpa de una mala coordinación, o buena, según se mire. Si lo que querían era que solo los que mejores notas sacasen y los que aprobasen todas las asignaturas disfrutasen de este tipo de becas, han conseguido su objetivo. El curso de gallego dura del 1 al 24 de julio, coincidiendo con los exámenes de recuperación en la Universidad de Extremadura, que si hubieran sido en septiembre, nos hubieran permitido asistir a este curso.
Estoy cabreada, sí, mucho. Y ya no solo por no poder ir al curso, que me da mucha rabia, sino porque los exámenes de julio me parecen una locura, son todo desventajas. Para empezar, si es duro estar en un aula a principios de junio, hacer un examen de tres horas sudando, entre los nervios y el calor, a base de botellines de agua, imagínense lo que es estar en pleno mes de julio, a cuarenta grados, en unas aulas con mala ventilación, pequeñas, en las que tanto alumnos como profesores nos asfixiamos.
Segundo punto. ¿Cómo voy a prepararme una asignatura como portugués, que tengo abandonada por coincidencia en el horario con otras asignaturas, en 15 días? Con los exámenes en septiembre tenías todo el verano para sacar las asignaturas adelante, te apuntabas a clases particulares, tenías más días para estudiar, incluso podías desconectar un par de semanas y relajarte para cargar las pilas.
Y para terminar. El verano pasado muchos estudiantes tuvieron que irse a trabajar los meses de julio y agosto para sacar dinero y mantenerse durante el curso. Este año, terminando un mes más tarde y empezando las clases un mes antes, ¿de dónde van a sacar tiempo para ponerse a trabajar?
A todos esos que juegan con nuestra educación y con nuestro futuro los metía yo en un aula a las cuatro de la tarde a hacer un examen de más de tres horas en pleno mes de julio. Sin embargo, seguro que, mientras nosotros pasamos un verano de pena, ellos se van a las Islas Cíes a darse un baño de lujo tras comerse un pulpo a la gallega.