El otro día escribí en un post sobre los exámenes de julio, que no podía optar a una beca para ir a Galicia este verano porque me coincidía con las recuperaciones. Conté cómo me hubiera gustado hacer turismo, descubrir la gastronomía gallega, visitar sus playas… vamos, lo que se suele hacer literariamente en estos casos. Pero a la hora de la verdad, acabas metida en una residencia o en un piso de un barrio normal, comiendo en el Burguer King hamburguesas de un euro y visitando un par de monumentos por decir: “Yo estuve ahí”.
Sin embargo, con la que está cayendo, la frase que más he escuchado en mi vida en los últimos cinco años, ni literatura se puede hacer. Cómo vas a comerte un pulpo a la gallega con nuestros impuestos o visitar la Catedral de Santiago, piensan la mayoría de los ciudadanos. Lo peor de esta maldita crisis está siendo la demagogia que está provocando, por la que todos miramos al que tenemos al lado con cierto recelo, viendo qué dice o qué hace para crearle remordimientos: “Con la que está cayendo… ¿cómo puedes pensar en irte de viaje o comer en restaurantes?”
Con la que está cayendo de agua y de precariedad, pronto no podremos salir de casa… ni hacer literatura.