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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

Con la mente en Horteralia

Desde que sé que Cañita Brava viene al Horteralia este año, no me quito su célebre frase “Torrente, me debes 6000 pesetas de whisky” de la cabeza. Estoy más ilusionada con este festival que con los carnavales, que disfrazarme cada año se convierte más en un engorro, sobre todo para mi madre, que es la que tiene que coser el traje, que un placer. Hace unos días, cuando le hablé de los grupos que venían a tocar, hasta le entraron ganas de venir a ver No me pises que llevo chanclas, pero no todo el mundo es capaz de tener sentido del ridículo, y mi madre, por edad, menos aún.

Es la primera vez que voy a asistir a Horteralia y lo mejor de todo está siendo rebuscar entre la ropa antigua, tanto de mi abuela como mía de hace unos años. Me sorprendo cuando encuentro cinturones de pinchos, pantalones de pana, camisetas de esas con las que llevábamos la barriga al aire, pendientes con los que se nos rajaban un poquito los agujeros de las orejas de lo que pesaban, estrellitas y mariposas brillantes que se enganchaban en el pelo o sombreros de colores que comprábamos cada año para la Romería y que íbamos amontonando en el trastero. Abro los armarios del piso con ropa de mi abuela y aparecen auténticas joyas horteras, hasta el punto de que les planteo a mis amigos de cachondeo montar un puesto ambulante de horteradas para quién las necesite a última hora: camisetas de flores, vestidos antiguos de lunares, de rayas, multicolores, foulares con recolguines brillantes, bolsos, riñoneras, alpargatas…

No hay día que no añada un nuevo complemento al atuendo que me estoy creando. De hecho, aunque suene un poco a friki, llevo toda la semana con la mente fuera de clases y solo pensando en cosas horteras: me recorro bazares chinos buscando complementos de despedidas de soltera, collares para perros, baberos, calentadores de leopardo, gafas con cristal de culo de vaso, gorras de dibujos animados… y ya ha llegado un punto en el que creo que tengo que bajar el ritmo, porque se me está yendo de las manos. Hace unos días me puse a practicar el peinado que tengo pensado hacerme y media hora después estaba en la ducha con un cepillo en la mano quitándome a tirones los nudos que se me habían creado en la cabeza. Aunque lo peor es que hasta en lo negativo veo cosas positivas: el lunes me raspé la pierna jugando al fútbol y la señal que me ha quedado hasta me pega para el sábado.

Solo espero que después de lo divertido que está siendo preparar el vestuario, no nos estropee la diversión, y las cañas y bravas con Cañita Brava, el tiempo. Tengo demasiadas ganas de sacar la hortera que llevo dentro. 

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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