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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

¿Un buen móvil por las buenas… o por las malas?

Es una obviedad que si, a estas alturas de la vida, quieres tener un buen móvil, o te gastas una pasta en comprarlo, o tienes que iniciar la portabilidad a otra compañía. También es algo obvio que si te roban el móvil, lo pierdes o se te rompe, gracias al contrato de permanencia, normalmente de 24 meses, estás perdido. No te queda más remedio que tirar de uno antiguo, comprarte uno libre o liberar uno si alguien te lo presta.

Desde navidades llevo con mi móvil hecho añicos. Además de no durar ya más de media hora encendido, el día de Nochebuena la única tecla que tenía se me clavó en la uña al despegarse. Fui a Vodafone a ver qué podía hacerse y en vez de enviármelo al servicio técnico a que me lo arreglasen, lo sentenciaron directamente para el desguace. Al menos me dieron una buena noticia: “No te preocupes chica, el día 22, en menos de un mes, puedes renovar permanencia y podemos darte uno nuevo”. Vamos, que a estas alturas de la vida, estar casi un mes sin móvil, es facilísimo: ¿Quién me despierta?, ¿quién me ayuda a ponerme en contacto con mis amigos?, ¿quién me dice si hace sol o ha llovido?, ¿quién me guía por una zona que no conozco para que no me pierda? Digo quién porque ya no creo que los perros sean el mejor amigo del hombre, sino los teléfonos móviles que tienen un papel fundamental en nuestra vida, y sin los que está visto que no podemos vivir.

He tenido la suerte desde que se me rompió de tirar de un móvil libre, sobre todo,  mientras que me aferraba a la idea de ir tachando días del calendario para tener el nuevo, el que incluso ese mismo día ya había elegido, y el que me prometían que era gratis. Sin embargo, ya ha pasado el tiempo, incluso más del necesario para poder renovar el teléfono, y todo se ha vuelto en mi contra: el móvil que me daban gratuito ha subido de precio, ahora me valdría 59 euros. Los otros que me ofrecen gratis, aparte de estar desclasados, tienen versiones antiguas de android, no tienen doble núcleo, son más lentos, tienen menos memoria interna y otras tantas características que me echan para atrás a la hora de decidirme en la renovación.

Igual que antes me aferraba a la idea de que en un mes podría tener uno nuevo, ahora, cambiando el chip, mi única ilusión es esperar a que igual que le han subido el precio al móvil que me ofrecían, en poco tiempo se lo bajen. Si no, tendré que hacer algo que se está poniendo muy de moda en España: amenazar. Si haces el amago de irte a otra compañía, es decir, si amenazas con dejar la tuya, en seguida te hacen una oferta alucinante. Y es que está visto que en España por las buenas, y si no que se lo digan a los de Gamonal, no se consigue nada. Habrá que iniciar la portabilidad. 

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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